Después de haber fracasado tristemente en todos mis intentos de pedir auxilio, recurro a éste, mi primer y ultimo recurso.
Me siento profundamente triste. Tengo muchas ganas de llorar. Estoy tan lejos de todo, y todo es cada vez mas inalcanzable. Me repito a mi misma, siempre las mismas cosas. Me escucho todos los días diciendome las mismas cosas, lanzando las mismas plegarias al cielo. Estoy tan cansada de pertenecer a otro planeta. Mientras tanto sigo esperando la visa de este mundo. Siempre diferente, extraña. Aveces quisiera tener una vida cualquiera, ordinaria y simple. Quisiera ser discreta, en un 100%. No soporto mas ser yo misma. Vivir dentro de un cuerpo que no conosco, y que no quiero conocer. Vive dentro mio, el espíritu de alguien que no se reconoce en nada, ni con nadie. Tan único e inexacto que altera las mismas leyes de la naturaleza. Tan precario, tan sútil y dulce. Volviendome hacia atrás, veo las estatuas de sal que se precipitaron a al escuchar sus nombres. Como los demonios de las alturas que aterrizan sin saber porque en los campos, sembrados de sombras y oscuridades. De penumbras sigilosas y de corazones mutilados, con las carnes pudriendose al sol.
Estoy tan suspendida del aire. Tan falta de una plataforma. Me suceden cosas impalpables, abstractas como el amor mismo. Me encuentro buscando con los pies, un piso, la base de todo esto. Y no hago mas que pisar piedras agudas. Y me hundo, hacia abajo, profundo en las aguas del terror de vivir. Y las ascaleras no hacen mas que conducirme hacia abajo, buscando la esencia de todo esto. Cada vez mas abajo, mas triste, mas absurdo. Perdiendome entre los anzuelos, esquivando los delirios de quienes enloquecen de razón. Buscando siempre algo mas, donde hay algo menos. Es que no sé vivir. No puedo mas, vivir buscando tesoros enterrados hace millones de años. Tengo en la mente pensamientos disléxicos. Tengo miedo de no querer vivir. Tengo miedo de decepcionarme de mi misma. Vivo con el terror de encontrarme, de descubrirme. De abrir las ventanas para que entre la luz de la mañana a reflejarme tal cual soy. De que algún día toquen la puerta los demonios que alguna vez ya pude espantar. De que las cosas no sean tan definitivas como creo.
Mi cabeza está a punto de estallar. Soy tan sólida como el agua y tan concreta como la luz. Es que vivo queriendome dar explicaciones a mi misma. Intentado refugiarme en alguien. En seres invisibles, o de cartón. Hombres y mujeres que no existen y que nunca existieron. Que alguna vez quise materializar. Que pensé adjudicarle su existencia al paso del tiempo. Seres que nunca aparecieron en las calles de este mundo. Que se perdieron con sus vidas por planetas lejanos e imposibles. Seres de madera, de piedra, de carbón. Seres que no se pudren, ni se desintegran.
No se callan. Es mas siembran palabras inconnexas a lo largo de todos los caminos que van formando. Con sus pasos redoblados, fortalecen los acordes de sus melodías. Y buscan por los sembrados campos, la miseria incombatible. Los recovecos de este mundo. Y en un laboratorio de canciones, se detienen a pensar las melodías. Junto a la luz de las estrellas recelosas que se acuestan cuando les advierten la llegada del día.
Tengo ganas de viajar. De volver a donde nunca estuve. De empesar una vida nueva, una nueva yo. Quiero una casa, un trabajo, alguien que me espere y que me vaya a buscar.
No puedo mas seguir intentado vivir con este dolor molestandome en los zapatos. Necesito una resolución, un alivio, un azulejo de agua. Las cosas tienen que cambiar, en algún momento todo esto se tiene que resolver. Siento que la vida no está siendo justa conmigo. Es mas que nada rabia, impotencia. Es sentir que lo que necesito, se escapa de mis posibilidades. Todo esto finalmente queda en manos del destino, de un dios, de un diablo. No sé, es mas que voluntad. Es mas que las cosas inmanejables que manejo. Son absurdas situaciones de las que no puedo hacerme cargo. Barbaridades metidas en el pecho, y la flema de un corazón rasguñado por las pezuñas de un gato sin misericordia y sin dones de gato. La vejez de la ilusión, es tan eterna como maldita. Jamás pude vencerle una batalla a mi fé. SIempre está, intacta, innamovible. Aveces retrocede, pero nunca se da por vencida. Las inquietudes aparece como soles, sin resplandor. Hoy me quema el aire. Las ampollas del alma arden como el fuego mismo en la piel. Y desobedecen ordenes por pura reveldía. Porque la piel no es lo que tira. Ni el olor, ni el perfume. Es todo ese conjunto de hermosas vanidades que lo hacen tan hermoso.