En síntesis
Tomo café y fumo. Me mancho los dientes mientras intento cagar.
Pensaba. Hice una pequeña sintesis (si es sintesis es pequeña..) y mientras la redactaba hermosa y sencillamente en mi cabeza, sentí el ruido de ese motor americano y era el. Pasó de largo, de la misma manera por la que pasó por mi vida. Me temblaron las piernas y eso evidentemente indica que produjo algo extraordinario en mi.
Y pensaba: que la historia se repite siempre de la misma manera.
Intento por todos los medios olvidarlo. Pero casi como un tropiezo del destino aparece en mi vida una vez mas. Un mensaje que me hace reir y me provoca alucionaciones durante todo el día. Yo respondo. Y así durante algunos minutos. Después la comunicación se esfuma, como el humo de un cigarrillo.
Nuevamente intento poner en marcha mis mecanismos de defenza porque sé y supe desde un principio que hay ciertas cosas que no tienen futuro. Dan resultado. Pero después de un tiempo, las voces de mi cabeza me sugieren llamarlo. En realidad no son voces, son ecos. Y lo llamo. Hablamos, nos reimos, nos confundimos entre nosotros. Cortamos. La comunicación vuelve a esfumarse una vez mas.
Días después, un mensaje de texto, un favor cualquier excusa es valida para no perder el contacto del todo, pero mantenerlo colgando de un hilo sigue siendo la meta. Y así sucesivamente hasta que alguno de los dos decida cortar por completo la estela de recuerdos que vive en nosotros.
Todo indica que los días de verano, de calor agobiante que pasamos sentados en una plaza o en el parque, no fueron en vano.
Sigo con ganas de escribir. No quería verlo. Me hizo mal, me conmovió.
No quiero hablar sobre cosas que no sé. Quiero contar lo que me pasa, pero esa es una de los temas que menos tengo estudiado.
Me llevo a marzo autoreflexión 1.
Estaba bien, CARAJO. Me hizo realmente mal verlo pasar, montado en su putísima indiferencia de resentido autosufiente. Siento que de alguna manera no podemos separarnos. No tengo miedo de no volver a estar con el. Tengo miedo de que nadie mas pueda hacerme sentir feliz.
Estoy buscando en los prfundo de su misterio, la palabra que solucione lo que aún no es problema. Sin persuadir los demonios de la traición, que fueron los primeros en acudir a su llamado de desesperación. A su grito de : no quiero depender de nadie.
Pensaba. Hice una pequeña sintesis (si es sintesis es pequeña..) y mientras la redactaba hermosa y sencillamente en mi cabeza, sentí el ruido de ese motor americano y era el. Pasó de largo, de la misma manera por la que pasó por mi vida. Me temblaron las piernas y eso evidentemente indica que produjo algo extraordinario en mi.
Y pensaba: que la historia se repite siempre de la misma manera.
Intento por todos los medios olvidarlo. Pero casi como un tropiezo del destino aparece en mi vida una vez mas. Un mensaje que me hace reir y me provoca alucionaciones durante todo el día. Yo respondo. Y así durante algunos minutos. Después la comunicación se esfuma, como el humo de un cigarrillo.
Nuevamente intento poner en marcha mis mecanismos de defenza porque sé y supe desde un principio que hay ciertas cosas que no tienen futuro. Dan resultado. Pero después de un tiempo, las voces de mi cabeza me sugieren llamarlo. En realidad no son voces, son ecos. Y lo llamo. Hablamos, nos reimos, nos confundimos entre nosotros. Cortamos. La comunicación vuelve a esfumarse una vez mas.
Días después, un mensaje de texto, un favor cualquier excusa es valida para no perder el contacto del todo, pero mantenerlo colgando de un hilo sigue siendo la meta. Y así sucesivamente hasta que alguno de los dos decida cortar por completo la estela de recuerdos que vive en nosotros.
Todo indica que los días de verano, de calor agobiante que pasamos sentados en una plaza o en el parque, no fueron en vano.
Sigo con ganas de escribir. No quería verlo. Me hizo mal, me conmovió.
No quiero hablar sobre cosas que no sé. Quiero contar lo que me pasa, pero esa es una de los temas que menos tengo estudiado.
Me llevo a marzo autoreflexión 1.
Estaba bien, CARAJO. Me hizo realmente mal verlo pasar, montado en su putísima indiferencia de resentido autosufiente. Siento que de alguna manera no podemos separarnos. No tengo miedo de no volver a estar con el. Tengo miedo de que nadie mas pueda hacerme sentir feliz.
Estoy buscando en los prfundo de su misterio, la palabra que solucione lo que aún no es problema. Sin persuadir los demonios de la traición, que fueron los primeros en acudir a su llamado de desesperación. A su grito de : no quiero depender de nadie.
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