jueves, febrero 12, 2009

...de la bronca agarré un pedazo de galleta, le puse queso y me la metí en la boca.

Pero no me la comí.

No señor. Fué como masticar un puñado de arena completamente seco. 

Fué entonces cuando caí en la cuenta de que la saliva había desaparecido por completo de mi boca. No quedaban rastros de humedad ni en mis encías, ni en mi lengua ni en mis dientes. 

Tragué.

Tragué arena, tierra, barro. Y el bolo quedó alojado en mi garganta. Varado como un viajero errante, lleno de rabia, de impotencia y con el irrisorio deseo de ser puño y pegar. Pegar duro y fuerte.

Hice el ademán de tragar. No pude. Probé varias veces y no pude mientras los gritos agrietaban las paredes y mi boca se secaba cada vez más.

Tantas veces intenté tragar que me descompuse. Me abracé al inodoro como si fuera mi único cómplice y casi que vomité. Temblaba el inodoro, el bidet, temblaba yo, el bolo de áridos, el viajero errante, el puño y las paredes.

Me temblaba el cerebro, las ideas, me temblaban las miradas del público expectante por aquel  burdísimo espectáculo de lucha libre que se desarrollaba en forma libre y gratuita en los domicilios de sus propios escritorios. Por momentos parecían clamar por sangre. 

Días largos si los hay.

Hoy tengo miedo de mañana. De llorar, de que me vean débil (hola a todos, miren qué débil que soy). 

Pienso en galletas y me angustio.

Nunca volverá a ser igual.




sábado, febrero 07, 2009

La música me hace tan feliz que no sé cómo explicarlo.

No obstante, quisiera poder hacerte entender lo mucho que me cuesta estar en contra y a favor de las mismas cosas. Aveces de un lado y aveces del otro. Soy tan ambigua que me odio.

Acabo de pensar en Henry Miller.

Después también quería que sepas que me hace feliz que me hayas visto actuar en mi ecosistema, en mi habitat non natural. ¿Viste cómo son?. ¿Viste cómo soy yo cuando ellos están?. ¿Viste qué raro que es el aire esas veces?. Y es raro porque no termina ser del todo bueno ni tampoco del todo malo. Es simplemente detestable y nada más. No tiene explicación, no tiene argumentos relevantes, ni historias del pasado que no me dejan dormir. No hay nada de eso. Lo que es angustiante es no saber a dónde ir. De la cocina a living y del living a la cocina. No tengo lugar ni espacio y aveces ni siquiera tengo tiempo.

Pero hoy quiero hablar de mí.

(de mí, que soy tan intensamente interesante (...)).

De dibujarme en un plano.

De licuarme, de picarme, de rallarme, sobre todo de rallarme.

Siempre hablo de mí. Porque sho y sho y sho.

Ya me cansé.

Me voy a fumar un pucho en la ventana.
"La gente eructa de lo mucho que te amo".

lunes, febrero 02, 2009

Nos duele la cabeza como un lazo ilustrativo y solidario que nos une al uno con el otro. Nos emocionamos escuchando Smells like teen spirit mientras tomamos té de hierbas. Casi siempre todo es si, si, si. Aveces hasta parece que es fácil. Otra veces...simplemente no.



Hoy es raro. Es como si hubiera estado durmiendo la siesta durante toda la tarde. Y como si me hubiera despertado con un hilo de baba colgando de la comisura de la boca, con la almohada húmeda, el ruido de las 8 de la tarde, la luz de las 8 de la tarde y un sueño (loco loco) aturdiéndome desde adentro de la cabeza.



Facultad, burocracia. Otra vez soy la misma estúpida que llega para la hora del postre. En mi vida siempre hay flanes y pocas veces algún plato principal (que suele ser pollo al horno con papas noisset). En fin. Un año académico perdido, un trabajo que cada día me entristece más y ni un puto bombero voluntario que me ayude a salir de este pozo en el que me caigo cada día un poquito más.



Pero lo más importante es que nuestro dolor de cabeza me resulta tan romántico. Tan cercano, doloroso y compartido...Tan migral, tan desesperante, tan simbiótico...