Mi hierba preferida es la albahaca. Amo el olor a nafta y odio trabajar.
En un recinto de gente estúpida que se une por el amor a hacer sufrir a gente como yo. Mala gente. Voraces, hambrientos, con los corazones atrapados en pantallas de computadoras. Dominados, suspendidos en los paladares ajenos.
Comen alfajores de maicena. Se miran, rien. Desencajo. Desencajo profundamente. Enano glotón pija corta que suda colesterol malo y triglicéridos. Te creés muy vivo puto cabrón.
Creo que me olvidé casi definitivamente el nombre de muchos de los amantes que he tenido. Mi cabeza hierve. La falta de memoria, que algunas veces es herramienta, selección de recuerdos, selección de olvidos, me viene pegando tincasos en los ovarios.
Calor. Calor. Calor. Humos, humedad, vapores que hacen arder las gargantas. ¿Y las extras? ¿Qué pasó con las horas extras?. Comida recalentada. Multinacional mentirosa, engañosa, destripadora, disecadora, como un automatismo que nos programa como algoritmos para generar y hacer y mejorar. Mientras Sr. Grupo de exitosa empresa toma daikiris en algún lugar de las islas Fiji.