Te pongo la firma te pongo.
Que en estos días hay; o una juntada con mis compañeros de la facultad, o un casamiento, o nace un crío, o algún evento social que congrega gente que no veo hace quinientos años. Mi métodos intuitivos nunca fallan. En este caso la señal, la referencia es que en mi vida está todo como el culo (ya sé que no todo, pero quiero exagerar). En un mes creí que había quedado esteril, que me iba a morir y que iba a ir en cana. Cabe aclarar que ninguna de las tres barbaridades anteriores ha sido técnicamente descartada así que en cuantito desaparezca por un tiempo prolongado es porque quedé esteril, porque me morí o por estoy desentrañando una lima de adentro de un bizcuchuelo marmolado o una torta de miel con nueces detrás de los fríos barrotes de una cárcel de mujeres. Y como la vida barra destino barra suerte barra la conchadelalora nunca me da la posibilidad de encontrarme con la gente cuando creo ser tan fértil como la pampa húmeda, ni tan sana como un roble, ni tan libre como una paloma, el resultado de mi ecuación es inevitable: se acerca un evento social en el que me veo moralmente obligada a ocultar mis desgracias y a sonreir falsamente los honores de los demás.
Soy así, qué le voy a hacer.