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Pasamos un hermoso día de campo. Llevamos una canastita de mimbre con pastelillos y estuvimos sentados al lado del río hasta el atardecer. Ese es el ideal de felicidad.
Finalmente, no pudimos ir al campo, mi hermana se enfermó y tendrán que operarla. Así que por hoy me he salvado.
Llegamos al hospital para buscar a su hija y llevarla con nosotros a mi casa, hoy es domingo, el hospital estaba practicamente vacío. Ese sanatorio es un inmenso laberinto, es gigante, tiene muchas puertas, muchos pasillos, muchas escaleras y ascensores. Buscábamos el área de ecografía, una enfermera con cara de culo (como todas las enfermeras del mundo), nos indicó: primer subsuelo. (¿cuántos subsuelos habrán?, me pregunté). Bajamos las escaleras, y llegamos al primer subsuelo. No había nadie, estaba vacío, oscuro. Hacia la derecha, un pasillo larguísimo con sillas a los costados, que se perdían de a poco en la oscuridad. Hacia la izquierda, un mostrador de mármol, vacío, oscuro. Todo era muy extraño, me recordaba a la película ''The Game'', con Michael Douglas. En eso nos encontramos con un hombre que llevaba a una mujer en una silla de ruedas: ellos también buscaban el área de ecografía. Se detuvieron en una de las tantas puertas: ecografía 3. Tocaron la puerta, y nunca mas los volví a ver. Yo seguía dando vueltas sola, buscando a mi hermana, a mi mamá. Era todo muy confuso, la soledad en la que estaba envuelto el hospital, un día domingo, cuando la gente no debería enfermarse. Los carteles obsoletos indicaban cosas. No hacíamos caso ni de las flechas, ni de las indicaciones. Finalmente los encontramos: Por fin!, me estaba empezando a asustar. Estaban arriba, en otro piso. Mi hermana estaba colorada de tanto llorar.
Hace un calor tremendo ahora, quiero hacer algo que me haga bien. No sé si hecharme un rato en el sol, si seguir estudiando o pasar el tiempo haciendo nada. Mi mamá me preguntó hoy: ¿cuándo rendís?. Le respondí: la otra semana. No sé en otros países, pero acá en Argentina, decir eso y no decir nada es exactamente lo mismo. En realidad, puede interpretarse como que quise decirle: la semana que viene. Pero '' la otra semana '' , puede ser una semana de Abril del 2024, si se quiere. Con lo cual quedo excenta del pecado de mentir. También le podría haber respondido que rindo: otro día. Hoy no, otro día rindo. Estoy tomando con mayor seriedad las sospechas de que mi mamá me lee el pensamiento. Se disfraza de hisopo y cuando me limpio las orejas es ella en realidad quien se me mete adentro del cerebro para investigar en que cosa rara ando. ¿Cómo es posible que se dé cuenta de ciertas cosas?. ¿Cómo se puede ser tan canalla de preguntarme: te inscribiste para rendir?. Jamás me lo pregunta, jamás se interesó por saber ese tipo de cuestiones. Estoy monotemática, creo con la cuestión de mi examen, es que no puedo sacarme tal cosa de la cabeza, me atormenta ver mis planes desmoronarse antes de haber cumplido, aunque mas no se la primera etapa. Me trastorna eso.
Finalmente, no pudimos ir al campo, mi hermana se enfermó y tendrán que operarla. Así que por hoy me he salvado.
Llegamos al hospital para buscar a su hija y llevarla con nosotros a mi casa, hoy es domingo, el hospital estaba practicamente vacío. Ese sanatorio es un inmenso laberinto, es gigante, tiene muchas puertas, muchos pasillos, muchas escaleras y ascensores. Buscábamos el área de ecografía, una enfermera con cara de culo (como todas las enfermeras del mundo), nos indicó: primer subsuelo. (¿cuántos subsuelos habrán?, me pregunté). Bajamos las escaleras, y llegamos al primer subsuelo. No había nadie, estaba vacío, oscuro. Hacia la derecha, un pasillo larguísimo con sillas a los costados, que se perdían de a poco en la oscuridad. Hacia la izquierda, un mostrador de mármol, vacío, oscuro. Todo era muy extraño, me recordaba a la película ''The Game'', con Michael Douglas. En eso nos encontramos con un hombre que llevaba a una mujer en una silla de ruedas: ellos también buscaban el área de ecografía. Se detuvieron en una de las tantas puertas: ecografía 3. Tocaron la puerta, y nunca mas los volví a ver. Yo seguía dando vueltas sola, buscando a mi hermana, a mi mamá. Era todo muy confuso, la soledad en la que estaba envuelto el hospital, un día domingo, cuando la gente no debería enfermarse. Los carteles obsoletos indicaban cosas. No hacíamos caso ni de las flechas, ni de las indicaciones. Finalmente los encontramos: Por fin!, me estaba empezando a asustar. Estaban arriba, en otro piso. Mi hermana estaba colorada de tanto llorar.
Hace un calor tremendo ahora, quiero hacer algo que me haga bien. No sé si hecharme un rato en el sol, si seguir estudiando o pasar el tiempo haciendo nada. Mi mamá me preguntó hoy: ¿cuándo rendís?. Le respondí: la otra semana. No sé en otros países, pero acá en Argentina, decir eso y no decir nada es exactamente lo mismo. En realidad, puede interpretarse como que quise decirle: la semana que viene. Pero '' la otra semana '' , puede ser una semana de Abril del 2024, si se quiere. Con lo cual quedo excenta del pecado de mentir. También le podría haber respondido que rindo: otro día. Hoy no, otro día rindo. Estoy tomando con mayor seriedad las sospechas de que mi mamá me lee el pensamiento. Se disfraza de hisopo y cuando me limpio las orejas es ella en realidad quien se me mete adentro del cerebro para investigar en que cosa rara ando. ¿Cómo es posible que se dé cuenta de ciertas cosas?. ¿Cómo se puede ser tan canalla de preguntarme: te inscribiste para rendir?. Jamás me lo pregunta, jamás se interesó por saber ese tipo de cuestiones. Estoy monotemática, creo con la cuestión de mi examen, es que no puedo sacarme tal cosa de la cabeza, me atormenta ver mis planes desmoronarse antes de haber cumplido, aunque mas no se la primera etapa. Me trastorna eso.
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