lunes, noviembre 28, 2005

Electrones

Me estoy bañanado. Afuera el cielo suena como si alguien pateara una caja de zapatos con piedras adentro.
Y pienso: un rayo podría caer sobre el tanque de agua y yo moriría instantaneamente electrocutada.

Alternativa I. En cuanto sienta un trueno, salgo inmediatamente de la bañadera.
Contraalternativa. La luz viaja mas rápido que el sonido. Primero aparecería el rayo y luego se oíría el estruendo.

Alternativa II. Dejar de bañarme en este preciso momento.
Contraalternativa. Imposible dejar de mojarme la cabeza con el agua caliente, el placer que me proporciona supera el dolor de morirme electrocutada.

Alternativa III. Vencer la velocidad de los electrones del haz, y salir corriendo antes que la electricidad, comience a viajar por las moléculas de agua.
Contraalternativa. Salir corriendo implica enredarme en la cortina de la bañadera, con la consecuente aparición de quebraduras múltiples a lo largo de la extensión de mi cuerpo. Prefiero morir electrocutada.

Finalmente no me pasó nada, (por supuesto, si no, no la estaría contando).

Hoy tuve ganas de convertirme en jeficida y matar al gordo imbecil, repugnante, cerdo y sobervio de mi jefe. Apretaba las uñas contra el escritorio para mantener mis manos ocupadas y vencer la ansiedad de sacar una trincheta del cajón y clavarselo en la espalda.

Sigo fea, nadie me mira. Cada día estoy mas horrible, mas blanca, mas lechosa, mas caliente, menos deseada y mas pervertida.

El viernes a la noche casi quiero morirme. Estaba sentada en la pirca de una terraza, como a 15 metros del piso. Y tuve la fugáz sensación de caerme al vacío. De pronto sentí como si alguien me incitara a tirarme de espalda, invitándome a sentir la adrenalina del vuelo, de la caída libre hacia el jardín del edificio contiguo. Me asusté tanto que me bajé, quise dejar de oir la voz (que no era mas que mi propia voz) que me endulzaba los oídos con palabras como: vértigo, volar y muerte.

La sangre no deja de caer de a litros de mi cuerpo. Es una sensación horrible, la de sentir que algo se rompe dentro mío. Que ser mujer ultimamente no es mas que usar toallitas y estar sensible e irritable unos 4 días al mes. Mientras un holor nauseabundo me persigue como un fantasma pedante.

En este momento, solo necesito voluntad. La felicidad solo depende mi (solo en este momento, me refiero, próximos meses). Y una vez mas, soy mi propia pared, mi obstáculo, mi freno....y sin ambición, ni orgullo, ni paciencia....

0 Delirios ajenos:

Publicar un comentario

<< Home