lunes, noviembre 14, 2005

Eyaculé

No sé porque motivo, razón y/o circunstancia, he empezado a volverme loca, again. Empiezo a sentir como mi cabeza sufre esa irreversible metamorfosis hacia el camino de la locura. Lo siento en mi cuerpo, en mi voz. Es como si poco a poco me convierto en un mounstruo. También lo noto porque la gente me mira raro, la gente se dá cuenta, y por mas ingeniosas que sean mis artimañanas para disimularlo, es en vano: la gente lo advierte. Pero fundamentalmente, noto este cambio, porque empiezo a sentir odio hacia las personas. Simplemente, personas que están cerca mio (particularmente una), deseo que se mueran. Les deseo la muerte!. Me hace sentir fatal, pero no puedo evitarlo. Lo peor es que no es un sentimiento fugáz, instantaneo....NO, persiste durante mucho tiempo hasta que la locura me abandona, se va, sin dejar huellas, pero siempre después de haberme hecho sentir la peor basura del mundo.

Estoy fea, paresco un fantasma. Nadie me mira y no sé porque. Hasta hace un mes, todos me miraban por la calle, ahora, estoy exactamente igual, pero no me miran ni los negros que pasan en camiones, ni los taxistas, ni los operarios que van a trabajar, y lo que es peor: no me miran los viejos de 45 años para arriba, de clase media, y profesionales. Esa raza de hombres, me admira. Me hace sentir la metamorfosis, desde un punto exterior. La gente prefiere no mirarme por miedo a contagiarse de mi locura, la gente me mira raro cuando hablo (yo también lo haría si fuera ellos), escribo distinto, les doy miedo, y ellos me dan miedo ami.

Hoy un señor se pajeaba en el colectivo. Apenas lo vi, pensé que se estaría rascando, es normal que un hombre de vez en cuando se rasque un huevo (aparte se rascaba igual que lo hace mi papá). Al cabo de un rato, lo miré, y seguía enfatizado en su miembro. No le importaba si alguien lo miraba (nadie lo miraba, por cierto) y no le importaba quedar como un degenerado. Después advirtió que yo le miraba, (aunque podía disimular bastante con mis gafas verdes que me encontré en el colectivo), y me miraba las piernas, las tetas, la cara. Y otra vez, las piernas, ( y mas arriba), las tetas, la cara. Cero pudor el viejo y ami no me molestaba servirle para algo. Tenía la actitud de quien está participando en un acto patrio: solemne y serio. Después se bajó, y yo pensé: ¿quién se sentará en el asiento donde se sentó un pajero?.

Los objetos a los cuales mas me aferro, normalmente es a los encontrados por la calle. Siempre tuve la capacidad de encontrarme cosas, la gente me admiraba por eso. Siempre encontraba plata, lentes, billeteras, y ami me ecantaba. Amo encontrarme cosas por la calle, son objetos que no se cayeron de un bolsillo o de una cartera, se cayeron del cielo, por algo, por algún motivo inexplicable, era imprescindible que aparecieran en vida de quien los encontró: estaba simplemente escrito. Aparte los cuido como si fuera su propio dueño, y siempre pienso: si lo perdió no debe de haberle importado tanto: yo te voy a cuidar como si fuera tu madre biológica (cuando solo en realidad soy la madre adoptiva de ese objeto). Pero debo confesar, que siempre me produjo pánico, que el tutor biológico del objeto me vea utilizando su propio hijo, y que me hagan una escándalosa escena delante de las personas (que siempre, pero siempre miran atónitas). Por eso (salvo que sea plata) lo mantengo guardado en mi casa o se lo regalo a alguien (jaja). Pero a estas gafas verdes que me encontré en el colectivo, las aprecio tanto que las uso en el mismo lugar en el que el padre biológico las perdió. Yo sé quien es, pero desde que perdió los lentes, nunca mas volví a verlo, y si lo viera, tampoco se los devolvería.

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