domingo, octubre 23, 2005

Cadaver

Su cuerpo yace en una foza. De su vientre salen gusanos, también salen gusanos de su cabeza. Hace años que permanece inmóvil, inquietante. Y solo consigue perturbar a quienes velan su cuerpo. Porque muere en vida y vive en la muerte. Y se imagina con el craneo reventado y derramando sangre, estampada contra el cemento de la cañada. Y sus ojos tienen dos telarañas simétricas como una delgada porción de fractal, y sus labios están tiesos y resecos (a pesar de la humedad que habita en esas profundidades). Su piel se confunde con la neblina espesa de su terriotorio, no hay ni claridades, ni destellos. En su muerte, todo es sinónimo de oscuridad. Apenas tiene fuerzas para susurrar una plegaria, pero nadie escucha, sus labios apenas se mueven, como queriendo dar la señal de que aún sigue viva. Entonces resuelve resucitar de su muerte lenta por unos pocos segundos, tomar una pala, y enterrarse sola.

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