jueves, octubre 13, 2005

Sin Embargo

...Y Sin Embargo, no me canso de escucharte. Cada vez con mas tesón, y mas actitud, me recuerda toda esta melodía a las noches de verano, insisto, con hacer referencia a esta estación del año, porque digamos que durante esos meses, fué la ultima vez que fuí feliz.
Insisto, con insistir recordando, por mas que ya no quiera, por mas que no hallan otras cosas en mi cabeza, por mas que todo sea un revuelo de imágenes perdidas en el pasado.
...Y me envenenan los besos que voy dando...Y me descubro una vez mas, y anoto en un cuaderno: por mas que quiera, no puedo, entregarme al desvarío de las noches, de los bares, del alcohol, de los hombres sin hombría. Y no encuentro nada que me ayude a olvidar. No hay nada que me distraiga de esta absurda realidad que me deja ir, que no me contiene, que es cada vez mas ruda, mas cruel, mas amarga.
...Porque una casa sin ti es una oficina...Y escucho palpitar tu motor, por las calles, por la calle melancolía, por donde desfilan los carros de la muerte, los siniestros concursos de verano. Los carnavales sombríos de la muerte y una vez mas la música irreverente de los tambores. De los golpes alternativos del miedo, como un aviso desesperado, como una reverencia inaudita. Y vos en el medio de todo ese circo despreciable, como único y principal protagonista de esa mentira despiadada, saludando invencible, a todas tus figuras (sin las cuales tu vida hubiera sido completamente diferente). Agitando tus brazos de roble, sin mirar a quien porque todas tus figuras son sombras dibujadas en las paredes húmedas, todas iguales, todas infinitamente desgraciadas.
...Un velo de alquitrán en la mirada...Tus ojos de perro errante, ya no me convencen, ni reflejan paraisos utópicos. Simplemente son un espejo despintado de lo que hay mas adentro, de todas esas palabras dibujadas en tu boca, en tus labios de carne y piel. De las imágenes de la desazón y la locura, del amor en manos de un idiota, de la carne de tu alma pudriendose al sol.
...Un teléfono ardiendo en la cabina...Y sigue murmurando silencios punzantes, un aparato que llora hasta el cansancio por el dolor tirano de haber sido olvidado. Y grita cuando calla, y su voz es infra aguda. Pues, los radares de mi mente no logran captar las señales, perdidas en un espacio monótono y oscuro. Y sin embargo, los colores de su alma, se pierden en un mundo pintado de blanco y negro.

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