martes, enero 31, 2006

Un hombre y una mujer

Un hombre y una mujer tirados en una cama. Se conocen, se miran, se tocan, se saborean. Permanecen en ese estado de extasis durante horas y días. Absortos del mundo que hay afuera: absortos de los autos, las noticias, el trabajo, la familia, el tránsito, el clima, la noción del tiempo y de los problemas. De la cama a la heladera y de la heladera a la cama. Mas tarde, de la cama a la ventana y de la ventana a la cama.
Uno de los dos comienza a asfixiarse. Uno de los dos ya quiere salir. Tarde o temprano alguno quiere saber que está pasando en el mundo exterior. Alguno de los dos no soporta tanta magia, tanta irrealidad inundando sus ratos. Tanto desconcierto, tanta ''incertidumbre''.
Una mañana aquel se despierta y sale a la calle: es como entrar en otro mundo. Es la fantasía de la realidad: de la gente que habita el mundo, de los diarios, de la senda peatonal, de los teléfonos públicos, de los semáforos y sus colores.
Ahora el mundo real es fantasía. Un hombre o una mujer de Nearthental caminando por las calles. Sabina ya no es el Dios que hechiza el aire. La cama ya no es el paraíso, ni el jardín del Edén. Tarde o temprano la curiosidad cesa. La fantasía se diluye en el smog de la ciudad, en las luces chillonas de la calle. Y aquella cama sola, de sábanas muy tendidas se convierte en un poema de palabras tristes, en una canción, de esas que hacen llorar.
Y un hombre o una mujer se sienta a mirar una cama.

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