martes, enero 03, 2006

He pasado por una depresión de fin-comienzo de año espantosa. El mal humor se había adueñado de mi genio y me la pasé peliando y llorando. No sé que fué lo que me hizo sentir tan mal, quizás si hubiera tenido la intimidad suficiente para escribirlo acá, podría recordarlo. Pero mi memoria selectiva decidió hacerme olvidar. Lo único que me acuerdo es que mientras viajaba, lloraba con los lentes de sol puestos, para que nadie me viera, y agradecía que la luna hubiera estado tan hermosa ese día, por que realmente era lo único que me alegraba. Ahora me acordé. Me acuerdo que estaba mal por que a los ojos de la sociedad soy una fracasada. Por que mi mamá cuchicheaba con mis tías acerca de mi soledad. Por que todas las personas a mi alrededor están en pareja menos yo y Consuelo. Por que si Consuelo encuentra a alguien yo me voy a sentir muy sola, y si yo encuentro a alguien antes que Consuelo, la dejo sola a ella. Y me hace mal pensar en que si a los ojos de la sociedad yo soy un fracaso por que no tengo con quien ir a las putísimas reuniones familiares, pienso seguir siendo una fracasada todo el tiempo que sé me dé la gana, hasta que encuentre a alguien que valga realmente la pena. Y lloraba pensando en el oscuro.
Yo pensaba en dos posibles soluciones a mi mal humor:
1. verlo al oscuro.
2. ir al trabajo y olvidarme de mi miseria.

Esa noche nos vimos. Mi plan por aniquilar mi mal humor y mi tristeza estaba siendo llevado a cabo. Pero yo estaba tan intolerante y el estaba tan estúpido, que el plan ''A'', fracasó al instante. Estuvimos 1 hora y media deseando que el ambiente tenso que había creado, se disolviera. Yo quería que me trajera a mi casa, o que el se convirtiera en otra persona, o que nuestra relación vuelva a ser como era exactamente un año atrás. Fué espantoso, por que nada de eso sucedió.
Al otro día, me olvidé de mi salida de la noche anterior y me fuí a trabajar. Esperaba que al ver a ED, mi compañero de trabajo, las cosas cambiaran. Lamentablemente, el tampoco pudo hacer nada por extirparme la tristeza que sentía. Pero a la mitad de mi jornada laboral, me olvidé de casi todo, de mi tristeza, de la soledad, de los fantasmas de la locura. Sin embargo, cuando volvía, el larguísimo viaje hasta mi casa me invitó a seguir pensando en todo eso. Me volví a deprimir, lloré por dentro en el colectivo, llegué a mi casa desbastada, harta ya de sentirme así.
Me fuí con Consuelo al parque, a despejarnos, y yo, personalmente a hacer el esfuerzo de contarle lo que me pasa. Por que la noche anterior, mientras lo esperaba al oscuro en la esquina de mi casa, me puse a charlar con ella y a confesarle que muchas veces no le cuento las cosas por que siempre terminan en discución. Y por que me desgasta intentar explicarle lo que siento, mientras intento convencerla de que está equivocada en muchas de las cosas que me dice.
Llegamos al parque, con el mate, un budín, y todos nuestros problemas, dispuestas a sentarnos hasta que el fin del mundo nos obligue a irnos a nuestras casas. ¿Que podía pasar?. Nos encontramos con nuestro ultimo amigo ex-soltero y la muñeca de su nueva novia: comían cerezas, y se daban demasiados besos. Nos invitaron a quedarnos (obviamente ninguna de las dos quería quedarse: el día no estaba para hablar trivialidades). Pero fuimos cordiales (como pocas veces) y nos quedamos. Finalmente, no pudimos hablar de nada.

La tristeza se me está llendo de a poco. Pero tengo mucho miedo de volver a caer, vivo haciendo equilibrio sobre una cuerda floja: y yo necesito estabilidad.

0 Delirios ajenos:

Publicar un comentario

<< Home