sábado, diciembre 10, 2005

Atardecer desahogado

Estoy desesperada. Necesito gustarle a alguien. Me conecto al messenger, siempre desconectada: para evitar hablar con gente que no quiero y para que no digan que estoy todo el tiempo conectada. No hay nadie: un idiota seco y dominado por la igual de idiota y seca que su novia, un estúpido que huele a cloaca destapada y mi hermano, ausente. Nadie interesante. Anoche me clavaron como a una estaca. Sin embargo, yo me quedé dormida. Me desperté a las 5 y cuarto de la mañana, pensando que eran las 12. Revisé (en vano) la pantalla de mi celular: ningún mensaje, ninguna llamada perdida, ninguna señal de que el imbecil halla intentado comunicarse conmigo. Me volví a dormir, hasta que me despertaron con gritos. Un horror.
Busco blogs interesantes, quiero leer, quiero leer algo interesante: no encuentro. Ningún libro me llama la atención, no sé que leer. Pero a su vez, leer, me hace sentir que estoy perdiendo el tiempo que tendría que emplear para hacer las cosas que me dejarían de hacer sentir miserable y fracasada: no puedo. Quiero leer, quiero estar al pedo, quiero encontrar cosas en la web, hacerme adicta, conocer gente distinta, rara. No encuentro nada, no conosco a nadie, soy un ente. Soy una planta, una piedra, un mineral. Me detengo a pensar en el universo que me rodea. Yo, soy el centro de ese universo. Y tengo un pálpito, no lo voy a decir, es un secreto entre yo y yo. Claudico, el pálpito no es mas que un poco de miedo, metido como un extraño en mi cabeza. Anoche no me llamó, me dejó clavada, como hacía antes. Esta vez, esta vez si. Esta vez, me perdió para siempre. Ya voy a encontrar a alguien que coja igual o mejor que el, seguro. Pienso, pienso, pienso, me como el coco todos los días. Aveces quiero escapar de adentro de mi piel y salir corriendo. Cavar un pozo, meterme adentro, tapar el pozo, morime adentro de un pozo, sola, con frio. Me miro las manos, no son mis manos las que escriben. No es mi cerebro el que se acostumbra a reprimirse. Ni mis pies los que caminan al trabajo todos y cada uno de los días. Que es lo que me pasa...que es...
Guardapolvos blancos, crueles palomitas. Guardapolvo sucio, paloma ingenua y reprimida. Mi guardapolvos siempre sucios, con caramelos derretidos en los bolsillos. Mi mochila siempre con migas de galletas entre los cuadernos: esa soy yo. Despeinada, desprolija, solitaria. Poco inteligente, humillada, confundida: esa soy yo también.
Chata, despeinada, sin amigos: yo. Llorando y teatralizando mi vida, fumando en el baño, sin novio, sin compromiso: yo.
Con una vida silenciosa, sin apuros, sin logros: yo de mas grande.
Que sigue?.
No me canso de preguntarme que me pasa. Volví a estar triste, yo no quería, no quería. No quería, pero...que me pasa?. Que es lo que me pone así tan mal. Es el?...es su indiferencia maldita?. Soy yo?.
Baja autoestima, caderas anchas, pelo sin forma: yo.
Piel de iguana, celulitis, envidia: yo otra vez.
Nadie se conecta, nadie se acuerda de mi, nadie piensa en mi, nadie se interesa por mi. Y yo, me intereso por alguien?. Creo que este momento ningún llamado por teléfono, ningún mensaje de texto, ninguna conversación por msn, me haría feliz. No existe una persona que con su sola presencia logre cambiar mi humor: no existe. O no la conosco, que va...
Quiero morirme. Quiero morirme y nacer de vuelta. Quizás la próxima vez el destino no sea tan esquivo conmigo. No estoy llorando, ni quiero llorar, no tengo la necesidad de desahogarme, salvo escribir. Escribo estupideces, palabras sin sentido, cualquier cosa que venga a mi mente. No importa. El tema es estar frente a esta máquina, apretar unas cuantas teclas y clickear: publicar entrada en el botón rojo. Leerme desde mi página, interpretar a la loca que escribe sandeses. Terminar de leer, intentar estudiar las putas trócolas y los putos aparejos. Mierda. No me gusta estudiar esa basura. Antes pongo el agua, quiero tomar mate. Se me está acabando la yerba, rayos. No quiero que me se me acabe la yerba. Se me terminaron los cigarrillos también, que voy a hacer. No tengo ganas de salir de mi casa: acá nadie puede verme. Acá me siento segura de los comentarios, de la indiferencia del público masculino. Mierda, soy muy fea.

0 Delirios ajenos:

Publicar un comentario

<< Home