sábado, febrero 25, 2006

De la felicidad y otras pavadas

Me noto dentro de todo, contenta. Estoy, relativamente bien. Todo lo que pasa, me chupa verdaderamente un huevo. Aunque sienta que me faltan cosas, no me faltan cosas tan necesarias como para ser feliz. Aparte escribo, leo y me gusta lo que escribo. Aparte voy y vengo y eso me hace un poco mas feliz. Aparte, hago cosas. Aparte, soy alguien y alguien me necesita: trabajar dignifica al hombre. Es cierto.

También es cierto que estoy un poco harta de ir y venir. Y que aveces leo lo que escribo y me parece una porquería. Y en realidad, lo que hago tampoco es tan bueno. Y a decir verdad, no me necesita nadie. Trabajar es ser esclavo/a del sistema.

Hay días que soy feliz. Hay días que soy una miserable. ¿Que respondo si algún indiscreto me pregunta si soy feliz?. En promedio, si. Pero hay días en los que quisiera meter la cabeza dentro de un pozo en la tierra y quedarme ahí esperando que pasen las ecatombes y las desgracias. Y hay otros en los que voy caminando por la calle y simplemente estoy bien.

En realidad yo creo que la felicidad debe ser así como una utopía. Algo a lo que los seres humanos aspiramos a llegar. Y hacemos todo lo posible, nos desgastamos, aveces, incluso se nos va la vida tratando de ser felices. Pero es un espejismo, un oasis en el desierto: es eso. Es absurdo correr hasta el oasis, cuando el oasis no existe.

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