lunes, diciembre 12, 2005

La carterita de Newton

No sé ni como, ni de donde aparecen algunas milésimas de Newtons de fuerza y empiezo a subir el pozo en el que estoy metida. De a poquito voy saliendo, y mientras escalo, voy cantado: ''cerrame el ventanal que arrastra el sol...''. Todavía me duele la cabeza, todavía me quedan secuelas, no puedo ver aún toda la luz del día: pero cada vez estoy mas cerca. Por lo menos puedo respirar hondo sin largarme a llorar. Me duele la cabeza, estoy confundida. Le mandé los mas tristes SMS que alguna vez halla recibido, deprimentes, parecía que no salían de mi teléfono, parecía que era otra quien los escribía. Creo que lo confundí, no sé por que tuve esa necesidad de mostrarle de mi, esa parte horrible que nadie conoce: y cuando digo nadie, digo nadie. Actualmente nadie sabe lo que me pasa. No encuentro a quien contarle mis cosas mas íntimas. A Consuelo no. Simplemente porque no me sentiría cómoda haciendolo, por que me vería ridiculizada contandole este tipo de cosas. Y al resto de la humanidad, menos que menos. A el le conté en parte como me sentía: nada mas. Creo que tampoco se interesó demasiado, o no lo demuestra, no sé. No entiendo como funcionan los algoritmos en su cabeza. Me dijo que no entendía que me había pasado. Me clavó como a una estaca: eso era todo lo que tenía que entender. Pero en fin, yo sospechaba que no se daba cuenta. No sé. Después le agradecí que estuviera presente cuando yo necesitaba torturarlo con mis mensajes. Lo cual es en realidad una gran mentira: por que muchas de las veces que lo necesité, se borró olímpicamente. Es una basura de persona, yo no sé por que lo quiero tanto.

Hoy recibí un obsequio, me alegró muchísimo. Fué el puntapié inicial, el primer Newton de fuerza del día.

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