martes, agosto 16, 2005

Cuento

Disfruto de escribirte cada noche y escuchar la música que me produce sensaciones únicas. Todo lo exclusivo es tan valioso...
Y rescato frases, olvido los sueños. Me despierto cada mañana con las manos calientes y los pies frios. Desaparecen los escombros de la ilusión con cada pestañar. Y culpo todo aquello que sea infame, y declaro mis propias guerras civiles con gritos para adentro. Se fortalecen las piernas a cada paso, buscando los caminos que conducen al horizonte que se desliza armónicamente. Y trituro mi propia imaginación sustrayendole importancia al contenido. Anhelo cada noche un brazo sobre el hombro y al escuchar mis gritos desde adentro tengo miedo de perder. Enciendo un cigarrillo ya apagado, buscando en él el placer que no encuentro. Retrocedo, desciendo una pendiente mirando hacia arriba.
Si calcaste en mi alma tu alma. Perteneciste a mis segundos mas de muchas veces. Compartimos la miseria de ser dos gatos en la noche de una ciudad abandonada por los estudiantes.
Me abandonaste una vez mas excusandote con palabras inválidas de sentido. Clasificaste los hombres por su color de piel, por la amargura de su mirada. Y vivimos en las páginas de un cuento sin fechas ni minutos, esclareciendo los delitos que nadie puede comprobar. Firmé un contrato sin mirar la letra chica. Hice un garabato con mis ilusiones, las dibujé, las diagramé metódicamete, hasta encontrarme pintando de negro, una casa, un arbol, cuatro hijos. Lucimos la traición por las calles vestidas de asfalto y morimos al despertarnos en la madrugada húmeda de un día de verano.

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