miércoles, agosto 17, 2005

Córdoba, 9 de la mañana.

Esta tarde, aterrizó un avión en el patio de una casa. Fourier al 2539. Tapado con una tapia desprolija, y asomando la nariz para poder respirar.

Voy al sur cada mañana. Recorriendo las calles de los barrios suburbanos, mientras me acompaña la música que yo elija. Y el aire frio del invierno que me sucede y que me cala los huesos tibios por la sábanas recién despedidas. Voy al sur, cada día desde hace varios meses. Y la gente en el colectivo es siempre la misma. La rutina es mas rutina cada día que pasa. Y el tango que vivo cada día lo canto para adentro y despacito, para que nadie me escuche sufrir. Al sur en colectivo y con campera. Cruzando la ciudad por las veredas, por las que desfilan los pasajeros de los barrios. Y las camionetas reparten leches y gaseosas. Y los chicos en los colegios juegan en los patios. Las señoras hacen las compras y pelean y gritan y se rien. Y el viaje es cada día mas largo y aburrido. Y la música me atropella los sueños, los desmenuza con pasión de carnicero. Los baldios, los basurales, las gallinas en las villas van quedando atrás cada segundo. Los perros son los mismos cada mañana, y cada mañana están en el mismo lugar. La rutina es rutina para todos. La miseria inunda el sur. Lás fábricas y las chimeneas son tristes. Los comercios, las ferias, avivan las avenidas. Córdoba, 9 de la mañana.

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