jueves, febrero 10, 2005

Cárcel

Ellos buscaron la libertad
que alguien les había secuestrado
entonces se amotinaron
prendieron fuego,
mataron.
Y por esas vueltas de la vida
los que gozábamos de la armonía
los que de la noche,
nos habíamos apropiado
nos vimos presos
tras la rejas de acero mal templado.
Y caímos en la cuenta,
los resultados eran claros
nos habían robado la libertad, la noche
y los reclusos en la calle
y los enamorados en las casas.
Las calles y la humedad
nunca volvieron a dormir tranquilas
ni los autos, ni las risas
se oyeron en los callejones
y la noche se moría de miedo.
El pánico flotaba por el aire
las flores de la calle, se cerraban de tristeza
en agonía inexplicable, fallecían los excesos
y en pactos miserables se devenía el adulterio.

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