domingo, noviembre 14, 2004

Azulejos verdes

Suena tan cursi hablar de un domingo nublado y triste...pero me lleva a entender que de tan popular y común se vuelva tristemente cursi. Hoy hasta lo cursi es triste. Hoy todo está nublado y tiene olor a domingo.

Vamos a navegar en el caótico mar que atrae y quita el sueño, desde la blanca espuma que refuerza los mas codiciados corazones hasta la oscuridad en sus formas mas caprichosas de un remolino de vertiginosas profundidas. Vamos a naufragar (porque queremos) y vamos a envolvernos en la oscura grandeza de sentimientos que en intensidad no tienen candela.
Son de la mas pura pacatería y envidiosos algunos miran al pasar, porque ellos violan los prejuicios mas insolentes y burlando la brevedad del tiempo, acallan la ilusión ajena. Nada mas quedan algunas sentencias inexplicables como cualquiera de estas descorteses palabras para observar desde el meollo del laberinto desde donde escribo estas palabras.
De nada sirve saberte, bola de cristal, si el futuro encaja dentro de las predicciones de una pitonisa inexperta. De nada. Alguien debe saber donde se esconde el secreto, cual es la llave, la maldita combinación. No puedo dejar caer un cofre cerrado en el mar, no me lo perdonaría.
Pero entre tantas aferradas multitudes, entre masas sin personas, debe haber alguien, alguien que cayó por equivocación, por error, por liviandad de decisión. Así en el abismo, con el mareo de esta terrible confusión y sin conocer sendero alguno, me despido desde el día después de aquello que no sé si fué un sueño. Solo desearía borrarlo de la memoria de algunos, cual científico loco, o cual personas avergonzada de sus propios actos.

Y volví a perderme en los azulejos que me habían visto llorar con sus figuras verdes como aterrorizantes signos de interrogación, a los cuales no pude satisfacer, sin respuesta y empapada en bronca volví a la realidad sin mas nada que decir, con el silencio circundando mi mirada...

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