Hice las "pases"
Gente que me mira el grano en la naríz. Bajo la cabeza y me escondo de la gente que me mira el grano que tengo en la naríz. Me siento horrible. Porque la gente no me mira amí: me mira el grano que me salió en la naríz.
Y después entro a un ciber. Un ciber como ami me gusta: oscuro y sombrío. "No hay máquinas", me dice la vampiresa que atiende detrás del oscuro y sombrío mostrador.
Entonces salgo a caminar con la incómoda compañía de mi grano. Me temo que me estoy encariñando con él. Nota mental: hoy establecí una extraña y remota relación con una pluma. Pero como decía, salí a caminar. Apurada. Imprecisa. Empujando suavemente a cualquier individuo que se interpusiera en mi camino. Tenía que llegar. No sé a donde pero tenía que llegar y rápido.
Hasta que sorpresivamente (y no sé cómo ni en qué momento) entré en una especie de trance asfáltico. Me convertí en un medium urbano. Y bajé los cambios. Miré cada objeto como si estuviera descubriendo la tercera dimensión. Y caminé despacio. Como si con cada paso dejara una estela, una finísima corriente de aire marino. La mirada extraviada. Flotando.
Yo iba caminando extasiada por mi sendero amarillo de hojas secas.
Me tomé el colectivo y llegué a mi casa.
Y me dí cuenta de que lo que había sentido mientras caminaba era paz.
Y después entro a un ciber. Un ciber como ami me gusta: oscuro y sombrío. "No hay máquinas", me dice la vampiresa que atiende detrás del oscuro y sombrío mostrador.
Entonces salgo a caminar con la incómoda compañía de mi grano. Me temo que me estoy encariñando con él. Nota mental: hoy establecí una extraña y remota relación con una pluma. Pero como decía, salí a caminar. Apurada. Imprecisa. Empujando suavemente a cualquier individuo que se interpusiera en mi camino. Tenía que llegar. No sé a donde pero tenía que llegar y rápido.
Hasta que sorpresivamente (y no sé cómo ni en qué momento) entré en una especie de trance asfáltico. Me convertí en un medium urbano. Y bajé los cambios. Miré cada objeto como si estuviera descubriendo la tercera dimensión. Y caminé despacio. Como si con cada paso dejara una estela, una finísima corriente de aire marino. La mirada extraviada. Flotando.
Yo iba caminando extasiada por mi sendero amarillo de hojas secas.
Me tomé el colectivo y llegué a mi casa.
Y me dí cuenta de que lo que había sentido mientras caminaba era paz.
2 Delirios ajenos:
Una extraña sensaciòn...
un presentimiento...
Más lo primero que lo segundo
;-)
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