domingo, abril 09, 2006

Siempre lo mismo: siempre igual.

Me pasé el día viendo fotos en blanco y negro y escuchando música inglesa triste. Deprimente.

Dormí una poco placentera siesta después de haber leído dos veces seguidas "El jardín de los senderos que se bifurcan" y una vez "Funes el memorioso". Soñé con el tiempo, con laberintos, con gente rara, con algo parecido a una misión y con los 5 estudiantes del sueño que tuve en el colectivo el miércoles o el jueves. Me despertaba cada tanto para saber si mi perra seguía viva y me volvía a dormir. Fueron dos horas. Me levanté traspirada, con calor. Me saqué la ropa: tenía frío. Seguí durmiendo un rato mas. Me desperté definitivamente. Me vestí. Tomé un té. No hice absolutamente nada. Día perdido. O desperdiciado. Ahora es demasiado tarde para esperar que alguien me llame y demasiado temprano para irme a dormir. Un horario ambiguo, como tantas otras cosas indefinibles. En el sueño me acuerdo que relataba las cosas al estilo Borges. Era una especie de sueño circular. De esos de los que uno se quiere despertar por que son densos, como chiclosos, largos, espesos, infinitos. Me acuerdo que hablaba, contaba cosas, no me acuerdo muy bien.

Hoy estuve densísima con la gente. Hoy nadie me soporta: ni yo misma. Nadie me aguanta. No tengo estilo, ni tengo nada como para que la gente quiera estar conmigo. No tengo nada de particular ni atractivo. No soy interesante, ni nada. ¿Qué puede tener de interesante una reprimida como yo?. Nada. Estoy harta de mi. De mi vida aburrida. De la gente aburrida que me rodea. Harta de querer escaparme y nunca hacerlo. Cansada de buscar huir para escaparme de todo. Siempre igual.

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