martes, junio 05, 2007

Un teléfono rojo. Y el cerebro troquelado de manías. Impurezas. Asperezas. ¿Cuántas palabras terminan en "eza"?. Alguien abre una puerta y mueve un volúmen de aire. Ese volúmen de aire abre otra puerta. Detrás de esa puerta estoy yo meando. Ligerezas. Vaguezas. Flaquezas. Voy, vengo, me caigo, me recompongo. Nunca vuelvo a ser la misma. Lo que es "normal" lo que no es "normal". Debates aburridos. "Dios existe" "Dios no existe". Siempre lo mismo. Yo soy siempre la misma. ¿Ves?. Me contradigo. Me contra-digo. Me contra-contra-digo. Y me vuelvo a decir. Y ya ves: acá estoy. Devanando tejidos inexactos. Tejiendo bufandas grises, acabadas. Ovillando. Manufacturando. Descociendo. Verbalizando inmundicias. Pateándome el culo con los talones. Memorizando palabras inconexas. Incoherentes. Dramáticas. Austeras. Palabras crudas. Rarezas. Bajezas. Pobrezas. Altezas. Subir. Bajar. Puntos de inflexión. Máximos. Mínimos. Nunca sé por dónde ando,

y mucho menos hacia donde voy.

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