martes, febrero 20, 2007

Urbanidades

Llego a la parada del colectivo y el viejo está ahí, como siempre. Sentado en la verja de su casa, escuchando "radio cadena 3" y tomando mate.

Siempre me intriga saber si el mate es dulce o amargo.

Me siento en el mismo lugar de siempre. Prendo un cigarrillo. El viejo de los bigotes raros me mira. Lo miro. Le levanto la cabeza en señal de saludo, pero no me ve. Lo saludo con la mano. Me responde el saludo. Entra a su casa. Sale con algo que podría ser un atado de perejil, envuelto en diario.

Se acerca hasta donde yo estoy, al mismo tiempo que yo me paro porque ya vi venir el colectivo. El viejo me dice: "hola". Le digo "hola señor ¿cómo está?". "Bien querida", me responde. "Ya viene el colectivo", me dice con cierto aire de resignación.

Me subo al colectivo.

Mientras camino a los asientos de atrás, lo veo entrar a su casa apretando con la mano el paquete de algo envuelto en papel de diario.

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