viernes, noviembre 10, 2006

Mascando pan en mi oficina

El viejo se me acerca por detrás, mientras estoy luchando a puño libre con mi cerebro, e intentando pensar en un gráfico novedoso que me haga acreedora de una jubilosa felicitación. Tiene olor a pan. De hecho, cuando miro de reojo sus manos sucias, tiene como ahorcando, un bollo de pan caliente. Lo siento mascar detrás mio: en mi oreja. Ñac ñac ñac ñac. Muevo la cabeza intentando no pensar en su dentadura postiza "embellecida" con los pedazos de pan pegados en los dientes amarillentos. Siento el olor a pan. El "ñac ñac ñac ñac" de sus dientes destrozando, dentro de su boca, el bollo de pan. Pienso en el gráfico. Pienso en ser mala y decirle algo así como: "Estoy trabajando, necesito estar concentrada". Pero no. No le digo nada. Por que el viejo me quiere ami y yo a él, y se sentiría mal y yo también. Después de todo, mi amor por el viejo me hace más feliz que una jubilosa felicitación de mi jefe.

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