martes, septiembre 26, 2006

Accidente Nescafé

El viene caminando en dirección ami con un vaso de algo en la mano. Me mira. Me mira fijo y sé que está pensando algo como "está buena la flaca". Tiene una actitud y un porte que - a su edad - son envidiables. Yo camino rápido por que quiero irme: quiero irme a mi casa y sacarme las zapatillas. Pero me mira de tal manera que no puedo dejar de mirarlo. Se pone nervioso: yo lo pongo nervioso. Por que él no espera que yo le retenga la mirada durante tanto tiempo. Por que su mirada es magestuosa e inspira respeto, y ami eso me atrae de tal manera que no puedo sacarle la vista de encima.
A la vez que camino, él se acerca en dirección perpendicular hacia mi y nos miramos durante largos segundos. Y a él se le cae el vaso de ese algo que es café y se moja el pantalón y la camisa. Y me mira avergonzado. Y yo lo miro sin saber si ayudarlo o irme a mi casa a sacarme las zapatillas. Y yo también me pongo nerviosa: por que no sé que hacer. Pero todo pasa tan rápido que cuando recapacito, estoy en la vereda pensando si este buen hombre habrá encontrado el trapo de piso.

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