Caritas
Dejo un crucigrama a la mitad y salgo corriendo a buscar mi etiqueta de puchos y mi encendedor en plan "primeros auxilios". Ni cirujía estética, ni amputación de pierna izquierda. Consultorio de cardiología: al fondo a la derecha. Se escuchan gritos, suspiros: llantos como dagas. "Prendé, prendé. Prendelo vos", le digo. Calladita y sin moverse, va despertándose de una pesadilla. Y yo la miro, solamente. Ella abre la boca, bosteza, y se retuerce mientras estira los músculos. "Prendete un pucho, dale no seas tonta". Y va dejando huellas húmedas en la vereda mientras quiebra el aire denso con su respiración entrecortada. "Acostate en el pasto, yo te escucho". Apenas abre los ojos, el viento cálido y seco va acariciándole los pies. Y con una bengala en cada mano, se va dejando caer otra vez en el olvido.
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