lunes, febrero 06, 2006

Ojotas rotas

Francamente me aburrían ya sus conversaciones insulsas.

Incluso, y la vanidad me brota por los poros, yo puedo hablar con ella de los mismo temas, pero yo los abordo de un modo mas divertido y original.

No me gusta estar escribiendo esto. Es mas, quisiera borrarlo, pero no: ese es el objetivo de este blog.

Hoy iba caminando desde el trabajo a la parada del colectivo y se me rompió la tira de la ojota. He aquí mis observaciones sobre lo acontecido.

Observación 1: después de salir de la fábrica pasé por un cajero automático: no había plata. Hacía varios días que venía planeando pasar por esta maldita caja desmonetariada.
Observación 2: iba caminando por la vereda por la que NUNCA voy.

Un viejo se me cagó de risa. En realidad venía mirandome y me estaba por decir alguna guazada cuando yo me tropecé, me doblé el dedito del pié y empecé a chancletear ridículamente para llegar a la parada del colectivo, mientras el viejo no sabía si reirse, ayudarme o gritarme la guazada que tenía contenida.
Justo pasó el bondi. Así que pensé: tengo dos opciones. O trato de correr descalza hasta el colectivo y me subo con las ojotas en la mano, o me quedo descalza a esperar el próximo colectivo y me subo en patas como si fuera algo natural. Logicamente, la segunda opción era la misma que la primera, pero desplazada en el tiempo. Así que corrí como una desquiciada hasta que el chofer del colectivo me vió. Me subí como una lady y me senté en el primer asiento. Algún día Dios me va a castigar por no haberle dado el asiento a toda cuanta vieja se subió. Pero creo que es comprensible que halla decidido quedarme sentada, a que toda la tripulación me viera con las ojotas en la mano, comiendo tutuca y agarrada de la baranda del techo.

0 Delirios ajenos:

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