miércoles, junio 13, 2007

Bzzzz

En esta época mis amigas suelen ponerse insoportables. Son como una especie de abejas africanas que anualmente entran en un estado de histeria
perturbante y neurótico capáz de volver loco a cualquiera. Por lo menos amí.

¿Que le vamos a regalar?. ¿Cuánto vamos a poner?. ¿A qué hora?. ¿Dónde?. ¿Qué llevamos?. ¿Quién va?. ¿Cuántos somos?. ¿Le preguntaste qué quiere?. ¿Estás segura que quiere eso?.

Los cumpleaños.

Estimo que en mayo, junio y julio cumplen años el 50% de las personas de mi entorno (incluída yo). El otro 50% repartido en los nueve meses que quedan. Y para colmo de males tengo una cualidad innata: me gusta ir a comprar regalos. Y como si eso fuera poco, soy uno de los dos enlaces entre dos grupos de personas. Es decir: siempre tengo que ir a buscar ese regalo que, no sólamente complazca el gusto del cumpleañero, sino de tooooooodos los que sacaron unos mangos de su bolsillo para agasajar al amigo de turno. Siempre tengo que organizar. Siempre me están preguntando cosas que no sé. Juntar la plata. Hacer espionaje. Mentir. Investigar. Pedir que me hagan precio si no alcanza. Y etcétera. Y etcétera. Y etcétera.

¿Y qué vas a hacer para tu cumple? ¿Lo vas a festejar con Moni? ¿Dónde lo van a hacer? ¿Qué querés que te regalemos? ¿En tu casa o en la de ella? ¿A qué hora? ¿El viernes o el sábado?

Todas esas preguntar multiplicadas por seís o por siete. No sé.

Hartan.

Por mail. Por SMS. Por messenger. Por teléfono. ¡E incluso personalmente!.


Yo quisiera poder despertarme y estar en agosto.

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