Ratera!
Cuando yo era chica robaba. Le robaba a mis viejos, a mis hermanos, a una compañera de la escuela le robé una vez. No sé exactamente por que lo hacía (mas allá del beneficio económico). Creo que por hacer algo osado, por condimentar mi infancia con un poco de adrenalina.
Ahí estaba yo, en la pieza de mis viejos. Hurgando una cartera...mmm...reconocía los billetes al tacto. Las monedas por el tamaño. Siempre que preparaba un golpe me ponía alguna ropa con bolsillos y preparaba una buena excusa que justificara que andaba husmeando por ahí. Esas eran las dos condiciones básicas. A mi papá no le robaba mucho, ni a ninguno de mis hermanos. Le robaba sobre todo a mi mamá. Creo que siempre la odié. Creo que odiar es tan sencillo como la falta de amor. Odiar es el dolor de sentir la carne deshaciendose del amor. Yo la odio.
Después del delito, con el botín en los bolsillos me iba a algún quiosco a comprarme golosinas. Mmmm, como disfrutaba esas sesiones de chocolates y caramelos a escondidas. Para mi sola. Mi secreto. Lo que ahora es una confesión. De grande robaba para comprarme cigarrillos. Aveces cuando uno es chico, piensa que es posible que lo que uno cree esté equivocado, que cuando sea mas grande y madure, la forma de pensar también va a cambiar. Lo que ami me pasa se puede clasificar en dos: o siempre fuí madura y por eso sigo pensando como lo hacía hace 10 años, o soy una boludita que nunca progresó y piensa como una nena de 14. Me inclino por la primera. En esa época me justificaba pensando que si mi mamá se portara conmigo, dandome ALGO de plata en lugar de considerarme un centro de costos y comprarme ropa y nada mas, las cosas hubieran sido distintas. También hubiera sido todo distinto si me hubiera mandado a estudiar música, pintura, o algo. No es extraño que la odie. Mis actos tenían justificación: sentía rabia. Quizás rabia que nunca dejé de sentir. Quizás rabia de la justificada, de la horrible, de esa que uno nunca quiere contar por que sabe que lo van a mirar con pena: por que realmente tengo razón. Es triste. Es triste recordar y confesar que yo robaba cuando era chica.
Ahí estaba yo, en la pieza de mis viejos. Hurgando una cartera...mmm...reconocía los billetes al tacto. Las monedas por el tamaño. Siempre que preparaba un golpe me ponía alguna ropa con bolsillos y preparaba una buena excusa que justificara que andaba husmeando por ahí. Esas eran las dos condiciones básicas. A mi papá no le robaba mucho, ni a ninguno de mis hermanos. Le robaba sobre todo a mi mamá. Creo que siempre la odié. Creo que odiar es tan sencillo como la falta de amor. Odiar es el dolor de sentir la carne deshaciendose del amor. Yo la odio.
Después del delito, con el botín en los bolsillos me iba a algún quiosco a comprarme golosinas. Mmmm, como disfrutaba esas sesiones de chocolates y caramelos a escondidas. Para mi sola. Mi secreto. Lo que ahora es una confesión. De grande robaba para comprarme cigarrillos. Aveces cuando uno es chico, piensa que es posible que lo que uno cree esté equivocado, que cuando sea mas grande y madure, la forma de pensar también va a cambiar. Lo que ami me pasa se puede clasificar en dos: o siempre fuí madura y por eso sigo pensando como lo hacía hace 10 años, o soy una boludita que nunca progresó y piensa como una nena de 14. Me inclino por la primera. En esa época me justificaba pensando que si mi mamá se portara conmigo, dandome ALGO de plata en lugar de considerarme un centro de costos y comprarme ropa y nada mas, las cosas hubieran sido distintas. También hubiera sido todo distinto si me hubiera mandado a estudiar música, pintura, o algo. No es extraño que la odie. Mis actos tenían justificación: sentía rabia. Quizás rabia que nunca dejé de sentir. Quizás rabia de la justificada, de la horrible, de esa que uno nunca quiere contar por que sabe que lo van a mirar con pena: por que realmente tengo razón. Es triste. Es triste recordar y confesar que yo robaba cuando era chica.
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