miércoles, julio 25, 2007

Jugar por jugar

Mis amantes vuelven a casa. Como las palomas mensajeras. Como el cuadrito que rezaba "si amas algo déjalo libre. Si vuelve a tí es tuyo, sino, nunca lo fué". Así.

Vuelven a mí por más sexo. Como una jauría de perros arrepentidos. Abandonados. Despreciados. Perros en celo. Y me ladran sus penas. Bla bla bla. Yo quiero sexo, chicos. Lo curioso es que aparecen y desaparecen todos juntos. Como marionetas del destino. Como si en un abrir y cerrar de ojos la vida los pariera del mismo embrión. De la misma matríz deforme. Son mis perritos hambrientos. Que se hacen desear. Que apuestan conmigo los últimos rezagos de su orgullo. Y juguemos, chicos. Juguemos a creernos que nos queremos. A que ustedes van y vienen. A que yo siempre estoy acá. Como un inmueble roto y medio deteriorado. A que soy esa casa abandonada: la guarida.

Y mientras jugamos yo los miro un poco con desprecio y un poco con nostalgia. Porque si jugamos a que nos queremos y nos acariciamos como si fuera la última noche de nuestras vidas, es porque tenemos la sólida certeza de que nunca vamos a querernos de verdad.

2 Delirios ajenos:

Anonymous Anónimo said...

Malditos perros hijos de putaa!
o cada ser tiene una vida paralela en otro lugar del mundo y casualmente nosotras nos toco estar cerca, o es cosa e´mandinga...
Igual entre tanta mierda con olor mas que conocido, se me ha prendido una luz en el camino...veremos veremos, despues lo sabremos...

12:48 p. m.  
Blogger Maia said...

¿Qué luz?

Con razón estás contenta de que llegue la primavera...

¡¡¡TRAÍDORA!!!

Ya que estás podrías ser un poco generosa con tu doble y contagiarme con tu pseudo-suerte sentimental!!

10:27 p. m.  

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