Durmiendo con el enemigo
Reacciono tarde, como siempre. Y cuando me quedo sola, pensando, mi cabeza se convierte en un hervidero, en un caldo, en un brebaje asqueroso. Voy siendo testigo de mi bronca. La siento crecer y expandirse como un globo de helio, en tiempo real. Los argumentos nacen adentro mio. Las preguntas. Las respuestas. Todo el odio acumulado viaja de incógnito por mis vasos sanguíneos. Pienso en lo que voy a decir y en lo que voy a callar. Pienso en engranajes. Busco respuestas para lo que no hay respuestas y redacto en los espacios blancos de mi cabeza, preguntas filosas de acero al cromo. Y entonces siento como se me humedecen ligeramente los ojos. Es la impotencia. Tirar el monitor contra la ventana. Estampar una maceta contra el suelo. Dar un portazo. Pegarle una trompada a la pared. Pero nada de eso. La impotencia me deja mirando el monitor con cara de idiota.
La gente pasa como si nada y yo pensando en cómo vengarme lo más estratégicamente posible.
La gente pasa como si nada y yo pensando en cómo vengarme lo más estratégicamente posible.
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