lunes, abril 16, 2007

Menú 5,50

Entré a unos de esos bares a los que nunca iría, exceptuando dos motivos:

1- la necesidad imperiosa de un baño.
2- la necesidad imperiosa de comer.

En este caso fué la segunda razón la que me hizo entrar a ese tugurio de mala muerte. Todos hombres. Unos diez, mirando un programa de autos y minas en bolas. Re cómoda estaba yo ahí esperando que la moza (cuyas chichas brotaban de sus calzas azules como dos pliegues de pura humanidad obesa) se decidiera a atenderme.

- Hola. ¿Qué tenés de menú?.

- Hoy no hay menú.

- ¿Y qué hay para comer?.

- Milanesas, supremas...

- Bueno, traeme una milanesa con papas.

- No hay papas.

- Bueno, con puré.

- No, tampoco hay puré. Solamente ensalada.

- Y bueno...traeme una milanesa con ensalada.

- Bueno. ¿Y qué vas a tomar?.

- Una Coca.

- No tengo Coca. Pepsi.

- Bueno, traeme una Pepsi.

- ¿Común o Light?.

- Común.

- No tengo. Te traigo Light.

La ensalada tenía una baba y la milanesa era del tamaño de la palma de mi mano. Así que me cagué de hambre.

Crucé la calle. Entré a una heladería. Me compré un heladote y crucé la calle para tomarme el cole. El viento maldito hizo que el helado se me deshiciera en las manos y actuara como un rifle dispárandome fascineroso, balas de helado de mantecol en la ropa. Enchastré la campera. Me enchastré el pantalón, el paragüas que nunca debí haber sacado del placard y mis manitas de vainilla quedaron bañadas de chocolate bariloche.

Un asco.

Nunca más un menú de 5,50.

0 Delirios ajenos:

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