Indispuesta
Salía del trabajo. Iba para un curso con dos compañeros de trabajo. Me dije: "antes voy al baño a hacer pis". Mi jefe me dijo:"apurate que ya nos vamos. Te esperamos en el auto".
Hice pis.
Me limpié.
Miré el papel como siempre.
Había algo rosa y húmedo.
¡Me había indispuesto!.
¡Y no tenía toallitas!.
Me puse un bollo de papel higiénico ahí abajo y pensé: "es cuestión de que la suerte me acompañe".
Llegamos al edificio. De afuera era muy lindo. Por dentro era viejo.
Antes de entrar, ya estaba saliendo. Necesitaba una farmacia urgente. Encontré una despensa. No había nadie que atendiera. La despensa era larga hacia el fondo. Y mientras esperaba aque alguien viniera me fijé si había de estos necesitados apósitos femeninos. Estaban bien, bien al fondo.
Llegó una chica (había otro chico esperando).
-Me preguntó: ¿Qué necesitás?.
-Le digo en voz baja: toallitas.
-¿Qué?.
-Toallitas.
-No te escucho.
- TOALLITAS, TOALLITAS, TOALLITAS FEMENINAS CON ALAS. DE ESAS QUE ESTÁN ALLÁ, AL FONDO.
-Ahh, bueno. Es uno con cuarenta.
Salí corriendo. Toqué el timbre del edificio. El edificio tenía dos puertas. Una de rejas, que daba directamente a la calle y una interna. Cuando uno tocaba el timbre desde afuera, había que apurarse para abrir ambas puertas. Toqué el tiembre. No pude abrir la puerta de reja. Volví a tocar. Se me salió el botón del timbre. El portero (que apareció misteriosamente) me quiso ayudar y terminó de romper la puerta. Entré. Para cuando había entrado ya habían dejado de tocar el botón para abrir la segunda puerta. Salí. Se me cayó la bolsa con las toallitas. El portero me miraba como si estuviera presenciando una comedia muda. Tocó el timbre para que me abrieran la segunda. Entré. Por fin.
Ahora tengo que encontrar el baño y cambiarme.
Hice pis.
Me limpié.
Miré el papel como siempre.
Había algo rosa y húmedo.
¡Me había indispuesto!.
¡Y no tenía toallitas!.
Me puse un bollo de papel higiénico ahí abajo y pensé: "es cuestión de que la suerte me acompañe".
Llegamos al edificio. De afuera era muy lindo. Por dentro era viejo.
Antes de entrar, ya estaba saliendo. Necesitaba una farmacia urgente. Encontré una despensa. No había nadie que atendiera. La despensa era larga hacia el fondo. Y mientras esperaba aque alguien viniera me fijé si había de estos necesitados apósitos femeninos. Estaban bien, bien al fondo.
Llegó una chica (había otro chico esperando).
-Me preguntó: ¿Qué necesitás?.
-Le digo en voz baja: toallitas.
-¿Qué?.
-Toallitas.
-No te escucho.
- TOALLITAS, TOALLITAS, TOALLITAS FEMENINAS CON ALAS. DE ESAS QUE ESTÁN ALLÁ, AL FONDO.
-Ahh, bueno. Es uno con cuarenta.
Salí corriendo. Toqué el timbre del edificio. El edificio tenía dos puertas. Una de rejas, que daba directamente a la calle y una interna. Cuando uno tocaba el timbre desde afuera, había que apurarse para abrir ambas puertas. Toqué el tiembre. No pude abrir la puerta de reja. Volví a tocar. Se me salió el botón del timbre. El portero (que apareció misteriosamente) me quiso ayudar y terminó de romper la puerta. Entré. Para cuando había entrado ya habían dejado de tocar el botón para abrir la segunda puerta. Salí. Se me cayó la bolsa con las toallitas. El portero me miraba como si estuviera presenciando una comedia muda. Tocó el timbre para que me abrieran la segunda. Entré. Por fin.
Ahora tengo que encontrar el baño y cambiarme.
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