Aburrimiento fatal
Una persona de cuyo nombre no voy a poner las iniciales, me preguntó por que ya no salgo mas los fines de semana. En aquel fastidioso momento se me cruzaron por la cabeza dos posibles respuestas.
La primera, la verdad. Nadie me invita a salir. Debo ser mas aburrida que pasar la tarde del domingo mirando ''canal a''.
La segunda, no responder. El silencio es la mejor respuesta. ''Estoy leyendo'', le dije, como queriendo decirle ''no me molestes''. Y era cierto. A veces la verdad es tan dolorosa que escucharla con la propia voz duele mas.
Son las 23:00 horas y 10 minutos. Ya pasaron bastantes momentos desde que escribí el último post. Sin embargo, me niego rotundamente a irme a dormir. Como así también a ponerme a estudiar.
Pienso en la opción de salir a fumarme un porro. Pero no tengo ganas. En casa hay gente. Y reprimirme fumada es mas triste que escuchar ''siete crisantemos'' un domingo nublado. O mas patético que comer comida vieja. En fin. No quiero.
Ya hice un repaso por los blogs que leo cotidianamente. Ya opiné en dichas bitácoras (que por cierto ''bitácora'' significa el lugar donde se guardan las brújulas). Ya no sé que hacer. Estoy aburrida. Sola pero no sola. No quiero dormir. No quiero leer en la cama. No quiero soñar y levantarme mañana pesando en lo triste que me sentí hoy. Quiero dejar de pensar. Necesito un milagro. Que suene ese teléfono de porquería. ¿Porque siempre suena cuando no lo quiero escuchar?. Y cuando lo necesito se calla. Mudo, como una piedra. No se quedó sin batería, ni está en modo silencioso. Simplemente decide callarse y no emitir sonido. Maldito ringtone, que te puse y nunca sonaste.
Saco el teléfono de su vestidito de cuero. Y ahí está Sabina, mirandome con una mano en la boca. Pensando. Me encanta esa foto. Una llamada perdida y un mensaje de voz, ambos tienen mas de dos días. Registros viejos. Nada nuevo. Desesperante. Horrible. Triste.
La primera, la verdad. Nadie me invita a salir. Debo ser mas aburrida que pasar la tarde del domingo mirando ''canal a''.
La segunda, no responder. El silencio es la mejor respuesta. ''Estoy leyendo'', le dije, como queriendo decirle ''no me molestes''. Y era cierto. A veces la verdad es tan dolorosa que escucharla con la propia voz duele mas.
Son las 23:00 horas y 10 minutos. Ya pasaron bastantes momentos desde que escribí el último post. Sin embargo, me niego rotundamente a irme a dormir. Como así también a ponerme a estudiar.
Pienso en la opción de salir a fumarme un porro. Pero no tengo ganas. En casa hay gente. Y reprimirme fumada es mas triste que escuchar ''siete crisantemos'' un domingo nublado. O mas patético que comer comida vieja. En fin. No quiero.
Ya hice un repaso por los blogs que leo cotidianamente. Ya opiné en dichas bitácoras (que por cierto ''bitácora'' significa el lugar donde se guardan las brújulas). Ya no sé que hacer. Estoy aburrida. Sola pero no sola. No quiero dormir. No quiero leer en la cama. No quiero soñar y levantarme mañana pesando en lo triste que me sentí hoy. Quiero dejar de pensar. Necesito un milagro. Que suene ese teléfono de porquería. ¿Porque siempre suena cuando no lo quiero escuchar?. Y cuando lo necesito se calla. Mudo, como una piedra. No se quedó sin batería, ni está en modo silencioso. Simplemente decide callarse y no emitir sonido. Maldito ringtone, que te puse y nunca sonaste.
Saco el teléfono de su vestidito de cuero. Y ahí está Sabina, mirandome con una mano en la boca. Pensando. Me encanta esa foto. Una llamada perdida y un mensaje de voz, ambos tienen mas de dos días. Registros viejos. Nada nuevo. Desesperante. Horrible. Triste.
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