jueves, mayo 31, 2007

Las calles están llenas de agujeritos

En el colectivo un tipo me mira. Y me mira. Y me mira. Y yo tengo ganas de decirle: ¿qué mierda mirás?. Pero no le digo.

Estoy sentada en la fila de atrás: somos cinco pelotudos que movemos involuntariamente las cabezas al son del asfalto desparejo. El colectivo parece un carnaval de cachibaches pegados con la gotita: clanclanclan hace todo el tiempo y amí me molesta porque no puedo escuchar los finos detalles de mi música.

El viejo me sigue mirando.Hasta que el colectivo agarra un ¿pozo?. No: un abismo.

Siento un hueco en el pecho, entre las tetas. Como si algo de mí se hubiera caído en el bache. Como si mi alma hubiera quedado atrapada en el bajofondo de la avenida.

El viejo me mira como queriendo decirme algo. Pero parece que la gente mayor está aprendiendo a entender que cuando, de las orejas de una persona, salen dos cablecitos, la persona posiblemente no lo escuche. Así que no me dijo nada.

Y yo seguí puteando a Juez para mis adentros.

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