jueves, mayo 31, 2007

Ayer a la tarde

Tuvimos uno de esos encuentros bohemios: tomamos café, fumamos y escuchamos Edith Piaf.

En el aire había olor a antiguo, a tierra. Y esa escena parecía rememorar una vieja postal del fracaso. Algo que como olvidado, había aparecido de manera funesta en la memoria de ambos, sin que alcanzáramos a darnos cuenta del todo.

Le conté que esa mañana me había pasado algo que nunca antes: me había despertado llorando. Que abrí los ojos y dos hilos húmedos me bordearon la sien, como adornando lo inadornable. Lo cierto es que no quería que me preguntara porqué lloraba. Pero logicamente, lo hizo. Le dije la verdad de la manera más sintética que pude.

- Soñé que se moría mi sobrino.

- Mmm...qué feo...

- Si. Me acuerdo que en el sueño recordaba su naricita y lloraba más fuerte. ¿Y quiere que le diga la verdad?. Lloraba porque sentía que nadie sufría lo suficiente por su muerte. Lloraba porque me dolía la indiferencia...de su mamá.

El abre los ojos grandes y yo sigo:

- Y no es porque en la realidad no sea un niño querido. Si él se muriera, sería una tragedia horrible, como en cualquier familia normal. Lo que en realidad creo es que "materialicé" una angustia mía, en algo siniestro como la muerte del pendejo...Amí la indiferencia en esas circunstancias me produce tanto dolor, tanta impotencia, que no podría describirlo...

- Si, creo que te entiendo...


El me contó cosas que no vienen al caso, nos dijimos que nos teníamos que volver a ver, juntó sus cosas y se fué.

No me animé a contarle que después de ese sueño espantoso, tuve un sueño erótico con el oscuro. Hacía mucho que no tenía un sueño XXX. Igual no es que haya sido para tanto, pero la pasé bien. Y como me quedé pensando en lo bien que la había pasado en mi sueño erótico y oscuro, le mandé un mensaje al protagonista de mis éróticas sesiones oníricas, a lo cual respondió: "me encanta saber que te sigo calentando".

Cerré el teléfono y me fuí feliz.

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