En mi próxima vida quiero pertenecer al rubro textil
No sé como todavía a nadie se le ocurrió escribir la biografía de una pelusa.
O filmarla.
Ponele que la pelusa ve la luz por primera vez en una fábrica de lanas sintéticas. Después se convierte en pullover, hasta que un día decide desprenderse de sus hermanas pelusas y sale a recorrer el mundo. "Yo no quiero vivir toda mi vida adentro de un placard", argumenta.
Y viaja por el mundo. Aveces se pega en la ropa de otra gente y cuando se aburre se va y sigue conociendo a otras prendas y a otras personas y a otros placares.
Es más, en este momento VOS podrías tener en el hombro una pelusa que estuvo en la túnica de un monje tibetano y que posiblemente conozca más lugares de los que vas a conocer en toda tu vida (la pelusa, no el monje). De hecho, esa pelusa pudo haber estado con la persona que vos quisieras estar ahora.
Estamos íntimamente conectados por medio de cadenas invisibles de pelusas.
Las pelusas supongo que vivirán muchísimos años. Mueren en el olvido, detrás de una biblioteca donde nunca nadie se atreve a meter la escoba. Aplastadas por un pedazo de cartón, una revista VIVA o un cubo mágico. Desintegradas, como todo. Cuando ya no pueden (y tal vez ni quieren) levantar vuelo.
¡Oíd pelusas del mundo: os entrego mis respetos y mis honores a cambio de un día de sus prósperas vidas! ¡Os envidio con el alma entera! ¡Os admiro y me regocijo al verlas volar y vivir. Incluso al verlas morir! ¡Vendería mi alma al diablo con tal de pertencer al menos por un día al mundo pelusil!
O filmarla.
Ponele que la pelusa ve la luz por primera vez en una fábrica de lanas sintéticas. Después se convierte en pullover, hasta que un día decide desprenderse de sus hermanas pelusas y sale a recorrer el mundo. "Yo no quiero vivir toda mi vida adentro de un placard", argumenta.
Y viaja por el mundo. Aveces se pega en la ropa de otra gente y cuando se aburre se va y sigue conociendo a otras prendas y a otras personas y a otros placares.
Es más, en este momento VOS podrías tener en el hombro una pelusa que estuvo en la túnica de un monje tibetano y que posiblemente conozca más lugares de los que vas a conocer en toda tu vida (la pelusa, no el monje). De hecho, esa pelusa pudo haber estado con la persona que vos quisieras estar ahora.
Estamos íntimamente conectados por medio de cadenas invisibles de pelusas.
Las pelusas supongo que vivirán muchísimos años. Mueren en el olvido, detrás de una biblioteca donde nunca nadie se atreve a meter la escoba. Aplastadas por un pedazo de cartón, una revista VIVA o un cubo mágico. Desintegradas, como todo. Cuando ya no pueden (y tal vez ni quieren) levantar vuelo.
¡Oíd pelusas del mundo: os entrego mis respetos y mis honores a cambio de un día de sus prósperas vidas! ¡Os envidio con el alma entera! ¡Os admiro y me regocijo al verlas volar y vivir. Incluso al verlas morir! ¡Vendería mi alma al diablo con tal de pertencer al menos por un día al mundo pelusil!
2 Delirios ajenos:
Es sin duda lo mas bello que he leido en este blog.
Y no uso mucho la palabra "bello".
Yo había dejado un comentario acá y no sé qué pasó...en fín, decía que MUCHAS GRACIAS.
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