Una lágrima para mi
...y pensar que ellos eran rascas como yo. Que nuestra mayor satisfacción era el cafecito en el bar del segundo piso en los recreos. ¿Y ahora qué?. Ahora son "señoritos". Señoritos con exigencias gourmet. Señoritos muy bien pagados, que se alojan en hoteles de cuatro estrellas, que trabajan en Europa, que viajan todas las semanas, que hace cursos, que van a conferencias, que se codean con la high society. Y yo no. Yo sigo siendo la misma rasca de siempre. La que camina con zapatillas de plomo. La "atrasada". La que sigue disfrutando de ir a la facultad a tomar un cafecito al bar del segundo piso.
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