viernes, marzo 02, 2007

Te esfumás. Te perdés. Te vas volando por la ventana como el humo de éste cigarrillo. Tu imagen se torna borroza dentro de mi cerebro (aveces es como si ni siquiera pudiera acordarme de tus gestos). Te vas difuminando. Es horrible. Es horrible porque desaparecés y yo no puedo hacer nada.

- Hola.

- Hola.

Así y nada más. Tu cara es la de cualquier desconocido que anda por la calle. Tu cara ya no es tu cara. Tu cara es la cara de un recuerdo. De una mala jugada. Mi culpa. Tu culpa. Nos culpamos y nos hacemos juicios. Nos demandamos. No dividimos los bienes.

Hoy me dí cuenta de algo. Algo relacionado con tu complejo. Y que ahora es el mío. Ahora te comprendo (siempre te entendí). Iba en colectivo y yo miro mucho a las mujeres cuando voy en el colectivo. Las mujeres son preciosas. Tienen tetas grandes y piernas sin pelos. Y estaba mirando a una muchacha de minifalda cuando me dí cuenta de eso. Lo de tu complejo y lo del mio.

Aveces no te extraño. La mayoría de las veces no tengo ganas de hablar con vos, ni de verte, ni de escucharte. Me convertí en una ostra. Cerrada. Hermética. Y más antisocial que antes.

También me quedé sin crédito en el teléfono y me quedan 50 centavos hasta la semana que viene.

También las cosas me salieron mal el día de hoy. Mi tarea crítica. Y el consecuente atraso de mi proyecto.

Es una mierda, nena. Una mierda.

Pero vos no lo querés entender.

1 Delirios ajenos:

Anonymous Anónimo said...

Mi cerebro se encargó de hacer una extensa recopilación de todo el material escrito y de los cientos de experiencias realizadas mientras viajaba por los mares del mundo, y puedo concluir que éste fue el mas vertiginoso y peligroso de todos.
Casi naufrago aferrado a mis creencias. Por suerte sortié ésta marejada violenta y salvaje para llegar a los brazos de mi bienamada Costa Esperanza.
Cuando quieras venir, vas a ser una invitada de lujo...
Kisses...

2:29 a. m.  

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