Tarde de domingo
Voy. Vengo. Me estiro. Me siento en el piso y me agarro las rodillas. Miro para abajo, pienso " me estoy entrenando en el arte de la desesperación". Me quedo callada. Pienso algunas otras cosas. Escucho los ruidos que entran por la ventana. Me paro. Cierro la ventana. Escucho los ruidos queriendo entrar (como moscas) por la ventana. Maté ondas mecánicas en el aire. Las estrellé contra la extesión del vidrio. Me siento otra vez y me agarro la cabeza. Miro al techo. Miro mis pies descalzos y sucios. Miro para arriba. Miro para abajo. Miro una pared donde debería haber una ventana. Miro una puerta donde debería haber una salida. Me miro las manos. Están secas y escamosas. Afuera hay viento. Y vos interrupiendo con tus mensajes ultrasónicos. Me das bronca. Por eso te callo. Por eso asesino tu voz cuando me habla. Por eso abro los ojos cuando pienso en vos con los ojos cerrados. Y basta. Me refriego los ojos. Prendo un cigarrilo. Me acuesto en el piso de parquet y me quedo como muerta.
Como esperando un milagro.
Como esperando un milagro.
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