domingo, octubre 08, 2006

Sábado

Me habla, me habla, me habla. No entiendo nada de lo que me dice.

suspalabrassepierdenenelairedensodehumosblancosymusicatechnocomoondasquevibranenmicerebrointoxicado

Pienso que si no me muero ahora, no me mata nada. Tengo la cabeza a mil: como una cadena de engranajes que van a salirse rodando.

Quiero vomitar. El respaldo del sillón, le levanta la campera y parece que tuviera hombreras: parece una vieja. Mi cabeza se va a separar de mi cuerpo y va a rodar hasta la puerta. Le pregunto cosas para que me hable, para dejar de pensar que voy a morirme. Tengo calor. Tengo frio. Me tiembla el cuerpo. Primero el pecho, después las piernas. Tiemblo y trato de que nadie se de cuenta de que estoy temblando. Miro la hora y son las 2:20. Le digo: "a las dos y media le pedimos que nos llame un taxi". Ella se calla. Me mira. Me mira y me mira muy de cerca. Me cuenta cosas y se queda esperando que yo le responda, pero yo no tengo nada para decir: somos las ñoñas del lugar. Me habla de un novio que tuvo. "El decía que yo era demasiado liberal". ¿Ella? ¿Demasiado liberal?. Algunos miran. Algunos tienen ganas de hablar conmigo, pero yo estoy ahí postrada al borde de una defunsión mental y ellos quieren que yo sea "guay" y ami lo único que me sale es temblar y pensar que en cualquier momento me voy a caer al piso luchando para no atragantarme con mi propia lengua. Las hermanas hablan de nosotras. Hablan mal. Yo me quiero ir. Todos bailan. Ella también. Ella es hermosa. Me gusta su forma de ser. Si Jim Morrison hubiera nacido hace 30 años, en esta ciudad, seguramente ella sería su Pam. Y si yo fuera Jim Morrison, estaría enamorado de ella. Me acuerdo de cuando éramos amigas. Siempre me gustó su forma de vivir: siempre quise tener la vida que tiene ella. Miro a todos como embobada. Ese ambiente me da miedo. No sé porque. Aveces no sé si no entiendo sus chistes por que son demasiado irónicos, o porque son demasiado estúpidos. Casi siempre es lo segundo.

Me acuerdo de una vez que me fuí de vacaciones y me pasó esto por primera vez: estaba en una carpa tirada temblando de frío y sin nadie a quien contarle que había mezclado alcohol con porro y que eso me había caído fatal. Me asusté como nunca antes me había asustado. Sin embargo, lo volví a hacer varias veces más.

Me siento mal por que me siento una estúpida. Me siento mal por que no quiero contarle a nadie que aveces el porro me cae mal. Me siento mal por que quería pasarla bien y la estoy pasando mal. Me siento mal por que me quiero ir a mi casa y estoy lejos y tengo frío. Me siento mal, por que la persona que me invitó ahí está enojada por que piensa que estoy aburrida. "Estoy cansada", le digo. Pero es mentira.

Miro la hora y recién son las dos y media. No puedo creer que el tiempo se pase tan asquerosamente despacio. No puedo creer que la mente me vaya tan rápido: que piense tantas cosas por segundo. "Me gustaría estar en mi casa escribiendo algo", pienso.

Ella sigue hablando hasta que se calla y me mira. Y me mira. Y me mira. Y me mira. Y sus miradas son eternas y me inhiben. Y sé que la estoy desilucionando, aunque eso sea lo que menos me importa. Recibo más alcohol que voy dejando al costado de la mesa. No tomo nada. No me quiero morir así. Pienso que las partículas de marihuana absorben la saliva y entonces cuando uno traga sigue drogándose y que por eso se me seca la boca. Adentro de la boca tengo una gran pasta, como si me hubiera tragado un kilo de harina. Mi boca es engrudo. Quiero agua, pero no puedo levantarme. Decidido: voy al baño. Hago pis. Pienso ni no habrá una camarita en el hinodoro. Me agacho y miro el hinodoro de cerca. "Que nadie abra la puerta en este momento". No encuentro nada anormal. Y me voy tranquila. Todos me miran. Me miran como diciendo: ¡qué ñoña la mina esta!.

Salimos en el medio de la nada a buscar algo para volvernos. Hace frío, no hay nadie en la calle y no pasa un puto taxi. Unos chicos están en la vereda del frente, pero no parecen peligrosos. Media hora después los chicos silban: pasó un taxi. El taxista nos señala a nosotras desde la otra vereda, como diciendo: "vengan ustedes". Yo pienso: "que bueno el señor taxista, sabe que es más peligroso que nos quedemos nosotras". Y mientras voy cruzando la calle triunfante, pienso que quizá sea un violador y que por eso nos halla elegido a nosotras. No me importa nada. La dejamos a ella y yo sigo.

- Parece que estuvo tranquila la noche - me dice apenas se baja mi amiga -

- Si, bastante tranquila.

- Se nota. Iban bastante calladitas.

- Si...

- ¿A dónde vas exactamente? - me pregunta el señor que es viejo y tiene colita -

- A la calle XXXXX al YYYYY.

- ¿Tu apellido es ZZZZZZ?.

- SI - respondo sorprendida - ¿cómo sabe? -

- Soy adivino...jejeje.

- En serio: ¿cómo sabe?.

- Soy adivino. Adivino cosas. Y lo que más me gusta adivinar apellidos.

Quizá esto halla sido lo más bizarro de la noche.

- De verdad: dígame como sabe. ¿Acaso usted llevaba a mi mamá al trabajo?.

- Nop.

- ¿A mi hermana?.

- Nop.

- ¿Y entonces?.

- Yo era amigo de tu papá. Vivíamos en la misma cuadra. Mandale saludos. Mi nombre es XXXX.

- Serán enviados. Que tenga buenas noches.

- Buenas noches querida.

Entro a mi casa y soy feliz. Aunque esta mañana me desperté con una sensación de profunda angustia. Quisiera modificar mi anoche. Fué un "anoche" penoso. Yo iba dispuesta a pasarla bien, y la pasé para la mierda.

2 Delirios ajenos:

Blogger a said...

y las manitos frias...

a mi siempre me pasaba x eso deje los porros.

6:55 a. m.  
Blogger Maia said...

Fué un horror. No sé por que lo hice....snif

12:08 a. m.  

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