sábado, agosto 26, 2006

Consecuencias

Una cosa es que venga un desconocido a decirte huevadas sobre vos. Cosa que se pueda más o menos refutar con cierto razonable criterio y fundamentos irreprochables.

Pero otra cosa (muy distinta) es que venga alguien que te conoce de toda la vida a querer decirte QUIEN SOS, QUE TE PASA Y POR QUE HACÉS LO QUE HACÉS.

En este segundo (y triste caso), no sólo que suelo enmudecer anodadamente mientras se me atoran las palabras en la garganta, sino que aparte me siento en el mundo más sola que nunca.

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