La pared

- ¿Te paso a buscar?.

- Si, dale - me dice Consuelo con vos de agente secreto del FBI.

Salimos con la cámara de fotos, un aerosol rojo metido el cartera y la necesidad imperiosa de encontrar una pared en blanco para vestirla con nuestras huellas mientras dejamos constancia fílmica de nuestro solidario acto de reveldía.

Una plaza, un baldío, una casa abandonada, cualquier pared mas o menos vacía nos viene bien.

Caminamos por el barrio, cada vez mas poblado, cada vez menos el barrio donde crecimos.

Subimos por la escalera del parque, aunque ya es demasiado tarde y la luz del día desapareció. Es de noche, hace un poco de frio y seguimos dando vueltas como dos boludas misteriosas en busca un pizarrón urbano que se hace desear.

Con el caer del sol se nos empieza a ir la luz y con él, la posibilidad de hacer el video.

Caminamos por las veredas, cruzamos avenidas, subimos y bajamos por las suntuosas calles del barrio: y nada.

Hasta que por fin aparece. Una pared sucia, con vestigios de alguna que otra pintada anterior que casi no deja ver de que se trataba.

Hacemos la prueba de cámara. No se ve absolutamente nada, entonces decidimos - la dos de acuerdo - volver mañana.

Sin embargo el potente flash de mi cámara de fotos, alcanza a iluminar esa pared: la tan buscada pared.

Y escribimos boludeces y nos sacamos fotos. Y posamos. Y nos escondemos de las viejas conchetas que pasan para que no nos vean fotografiando nuestra reveldía. Y nos encanta hacer eso. Nos encanta jugar a escondernos (siempre lo hicimos).

- Ponete mas abajo.

- ¿Ahí está bien?.

- Si.

Y así muchas veces. Y muchas fotos. Hasta que el "potente" flash de mi cámara absorve todas las energías cuidadosamente almacenadas en las pilas.

Y nos vamos felices, satisfechas.

Mañana volveremos.