martes, mayo 23, 2006

La historia que nunca empieza.

Mi casa está practicamente a oscuras. Afuera está nublado y algunas ventanas están apenas abiertas. El efecto visual que produce toda esta conjunción de factores es hermoso.

Mientras tanto yo evito ver mi piel blanca, pálida, como de papel sin escribir.

No es que esté de mal humor: no.

Pero esta es una de esas horas en las que quisiera tener a un hombre leyendo un libro en la cama y que ese libro sea "La historia sin fin".

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