miércoles, mayo 17, 2006

De Marlboro 10 a Marlboro box

Cuando era adolescente (es la primera vez que me refiero a esta etapa en pasado) y me enfermaba venía el médico a casa. Me revisaba la garganta, los pulmones, me tomaba la fiebre y nunca faltaba la pregunta: ¿fumás?.

Delante de mis viejos yo no me animaba a decir que si.

Entonces susurraba un incómodo y diminuto: no

De grande, ya me esperaba la pregunta con cierta precaución, por lo que meditaba antes un número razonable de cigarrillos que no sea demasiado espantable: que no fuera ni muy cierto, ni muy falso.

-Fumo 1 ó 2 por día...

Los años pasaron. Decir que fumaba 1 ó 2 por día era una mentira de cuyo cargo de conciencia no estaba dispuesta a soportar.

-Fumo entre 3 y 4...le decía con vergüenza al médico (siempre viejos y feos, cuando no viejas y amargadas).

Y la mirada esquiva de mi papá era mas que suficiente.

Los años pasaron. Y cada año el o la doctora trae, aparte del maletín, el estetoscopio y las cienmil fichas que el pobre paciente tiene que llenar, la pregunta molesta de cada año: ¿cuántos cigarrillos fumás?.

El número cada año asciende estrepitosamente. Si no fuera por las incesables anginas y los ejércitos de placas que se apropicuan de mi salud cada año, quizá no sería capás de llevar esa morbosa cuenta que crece al ritmo del riesgo país en la época que nos importaba la macroeconomía y nos espantábamos por la cotización del dólar.

Ahora paresco una chimenea. Fumo al rededor de 7 cigarrillos por día. Si bien no es tanto, sé que la suma crece cada año y con ella el vicio, la arritmia en el corazón y el dolor frecuente en los pulmones.

De algo hay que morirse dicen por ahí. Y es cierto. Pero lo que también es cierto que yo no voy a morirme precisamente de un cáncer de pulmón.

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