Crónica de una noche anunciada
Tengo los oidos aturdidos y una tela de humo en los ojos: vengo de un boliche y me siento un ser inferior.
- No me gustás cuando estás sobria, me dice.
- Es que ya te dije 15 veces que me duele la panza y me quiero ir de acá.
Me abraza, me da un beso fuerte en la mejilla y se queda mirandome la boca.
Sé que mi actitud indiferente le molesta, pero no puedo evitarlo: me acojona.
El se acerca intrépido y empieza a besarme el cuello y me doy cuenta de que hace mucho que ninguna boca pasa por ahí: siento mi piel como si fuera un territorio extraño.
Me excito, tiemblo, siento cosquillas: no probé una gota de alcohol y me siento borracha. No me opongo a sus besos; es mas: podría quedarme horas así. Mientras me besa, pasa su mano tibia por mi espalda. Yo intento en vano frenarlo, pero sigue y yo sigo disfrutando. Me besa el cuello, después el pecho hasta que por fin descubre mi nuca. Cierro los ojos por que no quiero ver a nadie mirandome mientras me excito.
Cuando cierro los ojos desaparecen las multitudes: solamente existo con mi cuello y él con su boca.
Me inclino levemente hacia atrás: quiero que me siga descubriendo. El sube, busca mi boca. Mi boca no es de nadie, mi boca está clausurada y no lo dejo pasar. Me siento una puta: besame en cualquier parte del cuerpo menos en la boca.
Entonces pienso: "es él, estás en un boliche y no estás borracha...¿después con que excusa te vas a disfrazar?".
Abro los ojos, lo miro: me dá asco. El sigue buscando mi boca, pero yo ya estoy despierta y la magia desapareció. Lo esquivo por que no quiero ofenderlo. Me siento una estúpida, siento vergüenza y resignación: quizás esta noche halla perdido a un amigo. Los hombres me miran: saben que lo único que quiero en ese momento en coger: estoy super excitada.
Al rato la excitación desaparece y trasmuta en confusión. Me convierto de inmediato en una pelotuda, una calentona, una "calienta pava" si se quiere.
- No me ignores, dice enojado.
- No te ignoro.
Y la voz me sale como por un capilar.
- Me voy.
- ¿A dónde te vas?.
- A mi casa.
- ¿Y en qué te vas a volver?.
- En un remise.
Y acá estoy: caliente, triste y con un amigo menos.
- No me gustás cuando estás sobria, me dice.
- Es que ya te dije 15 veces que me duele la panza y me quiero ir de acá.
Me abraza, me da un beso fuerte en la mejilla y se queda mirandome la boca.
Sé que mi actitud indiferente le molesta, pero no puedo evitarlo: me acojona.
El se acerca intrépido y empieza a besarme el cuello y me doy cuenta de que hace mucho que ninguna boca pasa por ahí: siento mi piel como si fuera un territorio extraño.
Me excito, tiemblo, siento cosquillas: no probé una gota de alcohol y me siento borracha. No me opongo a sus besos; es mas: podría quedarme horas así. Mientras me besa, pasa su mano tibia por mi espalda. Yo intento en vano frenarlo, pero sigue y yo sigo disfrutando. Me besa el cuello, después el pecho hasta que por fin descubre mi nuca. Cierro los ojos por que no quiero ver a nadie mirandome mientras me excito.
Cuando cierro los ojos desaparecen las multitudes: solamente existo con mi cuello y él con su boca.
Me inclino levemente hacia atrás: quiero que me siga descubriendo. El sube, busca mi boca. Mi boca no es de nadie, mi boca está clausurada y no lo dejo pasar. Me siento una puta: besame en cualquier parte del cuerpo menos en la boca.
Entonces pienso: "es él, estás en un boliche y no estás borracha...¿después con que excusa te vas a disfrazar?".
Abro los ojos, lo miro: me dá asco. El sigue buscando mi boca, pero yo ya estoy despierta y la magia desapareció. Lo esquivo por que no quiero ofenderlo. Me siento una estúpida, siento vergüenza y resignación: quizás esta noche halla perdido a un amigo. Los hombres me miran: saben que lo único que quiero en ese momento en coger: estoy super excitada.
Al rato la excitación desaparece y trasmuta en confusión. Me convierto de inmediato en una pelotuda, una calentona, una "calienta pava" si se quiere.
- No me ignores, dice enojado.
- No te ignoro.
Y la voz me sale como por un capilar.
- Me voy.
- ¿A dónde te vas?.
- A mi casa.
- ¿Y en qué te vas a volver?.
- En un remise.
Y acá estoy: caliente, triste y con un amigo menos.
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