martes, agosto 21, 2007

Desahogo

Cerré el explorer (muy ofendida) y no sé porqué me dieron ganas de escribir sobre él.

Ahora que lo pienso mejor (más calmada, menos estúpida) creo que su imagen se me viene a la cabeza cada vez que veo sangrar a mi ego malherido, por una sola e inequívoca razón: yo le gustaba de verdad.

No. No es una persona (hombre) que haya sido especialmente bendecido con el don de la inteligencia. Tampoco se destacaba por su elocuencia, ni por su sentido del humor. Es buena persona, si. Es buena persona como lo es el verdulero o Guillermo, mi compañero de trabajo. Es una buena persona aunque una vez haya intentado quemarme un pezón con un cigarrillo.

[Una vuelta al reloj]

Pero independientemente de todas esas cualidades hay algo en él que lo engrandece. Que lo sube al podio mayor, al altar de los dioses que pisan la tierra.

Eramos como las piezas de un rompecabezas bipartito que encastraban a la perfección en un mundo de infinitas posibilidades. Era mi abismo bidireccional y su trépano de oro. Que se movía adentro mío como bailando al ritmo del deseo. Una y otra vez. Muchas veces. "Quedate así un ratito más".

No era precisamente un ser iluminado. Pero me dió algunas de las mejores noches de sexo de mi vida, que en estos días (mañanas, tardes y noches) me están haciendo más que falta...

2 Delirios ajenos:

Blogger a said...

que bonito (leerlo)

3:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Leerlo?. Si querés te lo presento...jajaja

Rosquetínnn!!!!

8:23 p. m.  

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