sábado, septiembre 09, 2006

Agonía

Era tu languidés y tu trágica descompostura. Era el tiempo retrocediendo acelerado en tu estómago enfermo. Estabas débil. No eras vos.

Era tu palidés brillando en un cielo desmesurado. Era tu voz vibrando ondas en el aire. No sé que te pasó. Yo me preocupé.

Fueron - más que nada - tus palabras tristes y absortas en el silencio. La fiebre y el llanto de la impotencia. Eran tus labios pálidos y fríos dibujando garabatos en el aire. Yo te pregunté. Pero vos estabas mudo.

Y así el cobarde estalló en inverosímil alegría. "La vida continúa", pensó. Y se fué por una puerta por donde nunca más volvió.

0 Delirios ajenos:

Publicar un comentario

<< Home