El viejo y mi segunda satisfacción
Salí a caminar sola, esta vez "foto en mano" a buscar la casa del viejo.
Caminé - a decir verdad - con cierto aire de despreocupación.
Estoy convencida de que la capacidad de encontrar algo, es inversamente proporcional al empeño que uno pone en buscarlo.
Fuí hasta donde me terminé de desorientar anoche: una casa muy parecida, ubicada cerca de la verdadera. Esta vez la historia de una casa encantada y de un viejo imaginario, fué muy poco convincente.
Caminando llegué hasta una esquina fundamental: ahí recobré parte del registro del camino que había seguido la "tardenoche" de ayer. Hice el camino inverso (como quien vuelve en el tiempo) hasta que la encontré.
Saqué la foto de mi cartera y la comparé con la casa. La pared de piedra: estaba. La ventana con rejas blancas: también.
"¿Qué hora es?. Me parece que todavía es muy temprano para golpear la puerta. Voy a seguir caminando, hasta las 17 y después vuelvo".
Seguí caminando hasta la hora que había decretado por unanimidad como "apropiada" para golpear la puerta de una casa donde viven dos viejos.
Toqué despacito. Un perro ladró y escuché los pasos lentos acercarse hasta la entrada. El viejo me abrió y se asomó por la rendija que la traba de la puerta permitía abrir. Se veía que por dentro la casa era fría y oscura.
- Hola. ¿Se acuerda de mi?.
- Nnnnno. ¿Qué quiere?.
- Venía a traerle algo, un regalo.
- ¿Un qué?. Yo no quiero comprar nada.
- No, no. Yo vengo a traerle un regalo, no me tiene que pagar nada. ¿Se acuerda que ayer le saqué una foto?.
- ¿Una qué?.
- Foto - le dije al oido.
- Ahhh...si...es usted. Yo le había contado a mi señora que había venido una chica preciosa y muy bien vestida cuando yo estaba parado en la vereda pero no me acordaba para que...era usted. Me quedé pensando todo el día, por que no había podido recordar que era lo que me había hecho usted.
- Si - le dije acercandole la bolsa con la foto a su mano.
- ¿Y esto qué es?.
- Abralo: es un regalo.
El viejo con sus manos "tembleques" sacó la foto de la bolsa, se la puso bien al frente de la cara y con lágrimas en los ojos me dijo:
- ¡Me cacho en dié!...¡qué alegría!
Y sollozaba mientras se miraba impreso en el papel.
- Se la traje para que pueda mostrársela a su mujer.
Sacó la mano por la puerta, me agarró la cara con una dulzura indescriptible y me dijo:
- Muchas gracias querida: muchas gracias.
- Chau señor, que siga bien.
- Chau querida: muchas gracias.
Y me fuí realmente satisfecha a seguir caminando.
Caminé - a decir verdad - con cierto aire de despreocupación.
Estoy convencida de que la capacidad de encontrar algo, es inversamente proporcional al empeño que uno pone en buscarlo.
Fuí hasta donde me terminé de desorientar anoche: una casa muy parecida, ubicada cerca de la verdadera. Esta vez la historia de una casa encantada y de un viejo imaginario, fué muy poco convincente.
Caminando llegué hasta una esquina fundamental: ahí recobré parte del registro del camino que había seguido la "tardenoche" de ayer. Hice el camino inverso (como quien vuelve en el tiempo) hasta que la encontré.
Saqué la foto de mi cartera y la comparé con la casa. La pared de piedra: estaba. La ventana con rejas blancas: también.
"¿Qué hora es?. Me parece que todavía es muy temprano para golpear la puerta. Voy a seguir caminando, hasta las 17 y después vuelvo".
Seguí caminando hasta la hora que había decretado por unanimidad como "apropiada" para golpear la puerta de una casa donde viven dos viejos.
Toqué despacito. Un perro ladró y escuché los pasos lentos acercarse hasta la entrada. El viejo me abrió y se asomó por la rendija que la traba de la puerta permitía abrir. Se veía que por dentro la casa era fría y oscura.
- Hola. ¿Se acuerda de mi?.
- Nnnnno. ¿Qué quiere?.
- Venía a traerle algo, un regalo.
- ¿Un qué?. Yo no quiero comprar nada.
- No, no. Yo vengo a traerle un regalo, no me tiene que pagar nada. ¿Se acuerda que ayer le saqué una foto?.
- ¿Una qué?.
- Foto - le dije al oido.
- Ahhh...si...es usted. Yo le había contado a mi señora que había venido una chica preciosa y muy bien vestida cuando yo estaba parado en la vereda pero no me acordaba para que...era usted. Me quedé pensando todo el día, por que no había podido recordar que era lo que me había hecho usted.
- Si - le dije acercandole la bolsa con la foto a su mano.
- ¿Y esto qué es?.
- Abralo: es un regalo.
El viejo con sus manos "tembleques" sacó la foto de la bolsa, se la puso bien al frente de la cara y con lágrimas en los ojos me dijo:
- ¡Me cacho en dié!...¡qué alegría!
Y sollozaba mientras se miraba impreso en el papel.
- Se la traje para que pueda mostrársela a su mujer.
Sacó la mano por la puerta, me agarró la cara con una dulzura indescriptible y me dijo:
- Muchas gracias querida: muchas gracias.
- Chau señor, que siga bien.
- Chau querida: muchas gracias.
Y me fuí realmente satisfecha a seguir caminando.
3 Delirios ajenos:
¡¡¡que linda historia che¡¡cuando estamos en una epoca en que a los viejos los tratan como trapos .vos hiciste algo tan lindo..
Chi. Fué muy lindo haber conocido a ese viejito.
QUE LINDO! ;)
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