El poeta loco: parte II
Ese lunes en la escuela, le conté la historia del sábado a mi amiga M. Le conté casi con lujo de detalles nuestra conversación (todo lo que mi memoria me permitió), le conté cuantos años tenía y como se llamaba.
Le dije que mi único hilo para ubicarlo era su escuela. Y agregué: "algún día de éstos me tenés que acompañar".
Sus palabras sabias alegaron: "a la hora del almuerzo, nos vamos a dar una vuelta por su colegio, total queda cerquita. Seguro que lo vemos".
Aquella mañana se hizo interminable: estaba súper nerviosa.
Cuando sonó el timbre de la una, salimos como disparadas por un cañón. Caminamos apuradas, por que después de todo nos dimos cuenta de que no era "tan cerquita", pero llegamos a tiempo.
Dimos vueltas como dos palomitas en celo: con nuestros guadapolvos blancos y al asecho de ese chico raro que me había dejado como obnubilada. Hasta que por fin lo vimos. Estaba lejos, como a media cuadra, pero lo reconocí facilmente: todavía vestía su sobretodo y llevaba una parva de libros en la mano.
- Es ese de allá.
- ¿Cuál?.
- Ese, el de sobretodo.
- ¿Ese?.
- Si. No es muy lindo, pero me encanta.
- Bueno, vamos a saludarlo.
- Mejor no.
- ¿Qué?.
- No. Me da vergüenza.
- ¡Pero nos vinimos hasta acá para verlo y ahora me decís que no lo querés ver!. Aparte ya son la una y media, y a las dos menos cuarto tenemos que volver.
- Bueno, no importa. Volvemos otro día.
- Bueno, como quieras.
Comimos algo por ahí, y volvimos corriendo. Llegamos tarde.
Después de la clase de gimnasia, me iba a la casa de mi amiga M: como todas las tardes de ese año.
Ese año fué uno de los mejores de mi vida. Vivía - literalmente hablando - en la casa de mi amiga M. Fumábamos todo el día, y salíamos a andar en moto y a gritarle con furia a sus vecinos: ¡¡¡CHETOS!!!.
Mi amiga M, me abrió las puertas del mundo que yo siempre había querido conocer.
Cuando salimos del cole, el guardia me dijo: "vino un chico hermoso, muy lindo y te dejó ésto".
Y me dió un papelito arrugado. El papelito decía: "Juan. Teléfono: XXYYZZ".
Me latió fuerte. Muy fuerte el corazón. Los dos habíamos tenido la misma idea: ir al colegio del otro.
- No me puede haber visto con la cantidad de gente que había.
- No: eso es amor - dijo M riéndose.
Y volvimos a su casa a encerrarnos en su pieza y a pensar en el chico raro.
Le dije que mi único hilo para ubicarlo era su escuela. Y agregué: "algún día de éstos me tenés que acompañar".
Sus palabras sabias alegaron: "a la hora del almuerzo, nos vamos a dar una vuelta por su colegio, total queda cerquita. Seguro que lo vemos".
Aquella mañana se hizo interminable: estaba súper nerviosa.
Cuando sonó el timbre de la una, salimos como disparadas por un cañón. Caminamos apuradas, por que después de todo nos dimos cuenta de que no era "tan cerquita", pero llegamos a tiempo.
Dimos vueltas como dos palomitas en celo: con nuestros guadapolvos blancos y al asecho de ese chico raro que me había dejado como obnubilada. Hasta que por fin lo vimos. Estaba lejos, como a media cuadra, pero lo reconocí facilmente: todavía vestía su sobretodo y llevaba una parva de libros en la mano.
- Es ese de allá.
- ¿Cuál?.
- Ese, el de sobretodo.
- ¿Ese?.
- Si. No es muy lindo, pero me encanta.
- Bueno, vamos a saludarlo.
- Mejor no.
- ¿Qué?.
- No. Me da vergüenza.
- ¡Pero nos vinimos hasta acá para verlo y ahora me decís que no lo querés ver!. Aparte ya son la una y media, y a las dos menos cuarto tenemos que volver.
- Bueno, no importa. Volvemos otro día.
- Bueno, como quieras.
Comimos algo por ahí, y volvimos corriendo. Llegamos tarde.
Después de la clase de gimnasia, me iba a la casa de mi amiga M: como todas las tardes de ese año.
Ese año fué uno de los mejores de mi vida. Vivía - literalmente hablando - en la casa de mi amiga M. Fumábamos todo el día, y salíamos a andar en moto y a gritarle con furia a sus vecinos: ¡¡¡CHETOS!!!.
Mi amiga M, me abrió las puertas del mundo que yo siempre había querido conocer.
Cuando salimos del cole, el guardia me dijo: "vino un chico hermoso, muy lindo y te dejó ésto".
Y me dió un papelito arrugado. El papelito decía: "Juan. Teléfono: XXYYZZ".
Me latió fuerte. Muy fuerte el corazón. Los dos habíamos tenido la misma idea: ir al colegio del otro.
- No me puede haber visto con la cantidad de gente que había.
- No: eso es amor - dijo M riéndose.
Y volvimos a su casa a encerrarnos en su pieza y a pensar en el chico raro.
4 Delirios ajenos:
Lo llamaste?
Las puertas de q mundo te abrio M?
La respuesta a la primera pregunta en: El poeta loco: parte III.
La respuesta de la segunda, me resulta dificil de explicar, pero algún día haré el intento.
Deliciosa historia y delicios relato.
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